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Excelencia y meritocracia

Luis Vielma Lobo- Pemex debe repensar su futuro

Excelencia y meritocracia: valores clave para el crecimiento de un país – Por Luis Vielma

En la medida que la presente administración avanza hemos observado cómo ha cambiado la percepción acerca de la excelencia; la cual se había convertido en un valor importante en la familia, la sociedad, las instituciones y en las organizaciones públicas y privadas; notándose ahora una tendencia hacia el “conformismo del promedio”, en donde sobresalir no tiene significado alguno para las personas.

Recientemente pude ver una información sobre el programa “Jóvenes construyendo el futuro”; en el cual la Secretaría del Trabajo informaba que se les pagaría por adelantado un monto de dinero a un grupo de jóvenes, sin explicar la razón para ello. No es una crítica a una ayuda social que probablemente sea necesaria para muchos jóvenes que se encuentran estudiando o trabajando para salir adelante; buscando crecer y lograr su sueño de “ser alguien en la vida”. Más bien, es una observación a la importancia de compensar a alguien por algo que hace; y no entregar una ayuda sin esperar ningún compromiso de quien la recibe.

Las becas otorgadas a los estudiantes de bachillerato, prepa o universitarios constituyen programas sociales que los gobiernos de diferentes ideologías han logrado mantener. Una beca es un compromiso, un contrato de excelencia que se establece entre quien la recibe y la institución que la otorga; bien sea pública o privada. Con ella, la persona se compromete a ser un buen estudiante y justificarlo con notas sobresalientes; como contraprestación a la ayuda económica que recibe.

La excelencia no tiene que ver con el origen de las personas. Tiene que ver con la educación que recibe en su hogar; con el ejemplo y los mensajes que se reciben de padres, hermanos, maestros y, sobre todo; de quienes lideran el país y llenan los medios de comunicación día a día.  

Muchos cuestionamientos surgen cuando se establece un marco de referencia para expresar la excelencia. Uno de ellos es la pobreza, a la cual se ve como enemigo de ésta; pues parece difícil, casi imposible, inculcar este noble hábito en alguien que no tiene para comer. Obviamente, al niño o a su familia se le debe apoyar, antes que nada; para que cubran sus necesidades básicas de modo que, una vez cubiertas, pueda hablarse de excelencia y encaminarlos en sus fundamentos para lograrla.

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En la medida en que migramos del ámbito hogareño y entramos en el mundo académico, organizacional o empresarial; notamos que quienes buscan la excelencia en lo que hacen siempre sobresalen. Esto lo evidencian al desarrollar actividades profesionales exitosas, donde entienden que el confort es enemigo de la excelencia y que; sin excelencia, es difícil competir y crecer.

Las organizaciones han establecido sistemas que buscan medir esa excelencia y darle el valor de la oportunidad y la compensación que se merece; a quien se encamina por ese sendero de crecimiento y superación continua. Ese sistema es conocido como meritocracia; y se ha convertido en un mecanismo social para medir y evaluar el desempeño de las personas. La meritocracia facilita su desarrollo con base en acciones y logros; y los compensa fundamentándose en la calidad de sus resultados y en el impacto para las organizaciones. Asimismo, traza un mapa de crecimiento para esas personas.

Expertos en desarrollo organizacional consideran que una debilidad en el desarrollo de la excelencia y la meritocracia radica en que; los estudiantes o empleados comienzan desde niveles distintos de capitales culturales (en forma de nivel educativo), social (red de amistades) u económico, y tales diferencias son ignoradas por el sistema meritocrático. También opinan que, en algunas organizaciones; puede existir un sesgo discriminatorio de género en favor de los hombres sobre las mujeres que aportan resultados similares.  

En ese sentido, no se debe perder de vista que la diversidad y la inclusión en el trabajo favorecen la imagen de las empresas. Además, cabe decir que los sistemas desarrollan mecanismos evaluadores y correctivos para ajustar cualquier desviación que pueda presentarse.

A lo largo de su historia, la industria petrolera ha sido un semillero de principios de excelencia y meritocracia. En ella, el crecimiento es gobernado por el deseo de superación de la persona y la organización va acompañando y facilitando el camino de dicho crecimiento; para que alcance las más altas posiciones de la organización, bien sean técnicas o administrativas.

Hoy en día, los conceptos de excelencia y meritocracia han sido culturalmente aceptados en la mayoría de las organizaciones y países. Desde las escuelas primarias se están trabajando esos conceptos para que los estudiantes concienticen que; excelencia y meritocracia deben convertirse en los valores que guíen su vida; orienten su crecimiento y los conviertan en sus pilares de éxito.

En tiempos difíciles como los que estamos viviendo, de liderazgos confusos, manejo de medias verdades y post verdades; se hace indispensable recuperar el camino de la excelencia en la familia, las escuelas, las organizaciones e instituciones. Sobre todo, cabe hacerlo en el liderazgo político y empresarial; para que permita al país encaminarse por la ruta correcta de crecimiento consistente y sustentable para todos.

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