Por: Ramses Pech – Grupo Caraiva – León & Pech Architects
Para el 2021, los presupuestos a nivel mundial habrán cambiado. El riesgo financiero podría ser trasladado a la parte de inversión privada al haber apoyado durante la crisis del Covid-19, en una primera fase, a empresas para tener acceso a capital; así como a una adecuación continua a políticas financieras. En consecuencia, esto daría lugar a un desestrese de finanzas públicas y holgado; para que todo aquello que continúe parado pueda reactivarse con la redefinición del gasto para el desarrollo económico. Lo anterior no significa crear más programas sociales o incrementar impuestos en rubros que pueden lacerar la economía de una empresa o el consumo del producto o servicio. No sería lo más indicado. Para eso es un informe de gobierno que oriente en cómo determinar en donde hay recursos y en qué usar el dinero.
En este sentido, el informe de gobierno es un escrito en el que se manifiesta el estado general que guarda la administración pública del país. Pero en la realidad, y con un sentido común, debería ser considerado como la evaluación de lo planeado contra lo realizado en un intervalo de tiempo; así como el por qué no se llegó a las metas y qué faltó para realizar los objetivos.
En México continuará siendo un acto de narcisismo coyuntural de la visión del administrador en turno; en el cual sólo hay un cambio de corto plazo de acuerdo con una ideología de creencia placentera; y que nunca ha estado o estará en función de lo que la nación requiere a largo plazo.
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Hoy, en nuestro país, se discute quién presidirá la mesa directiva de la Cámara de Diputados, a la cual se entregará en la próxima semana el presupuesto para el 2021. De esta forma, el reloj empezará a moverse en función del cómo, a quiénes y cuánto serán las participaciones que la administración propondrá vía la SHCP.
Al respecto, la Secretaría de Hacienda ha comentado que en el 2021 no tendremos los mismos ingresos, peo sí el mismo gasto. Adicionalmente, confirmó que el panorama económico internacional tendrá una gran dificultad para todos los países. La nación no ha prevenido su crecimiento con base en una estructura y en tener dinero circulando en sus económicas y mejorar el acceso a la salud; así como a la educación, infraestructura, y con una mayor importancia en la energía. Cabe señalar que sin ella no habrá desarrollo industrial bajo un marco de mejora en el tipo de materias primas o tecnologías para su creación o transformación.
Las anteriores administraciones y la actual han definido que el crecimiento del país depende de Pemex y CFE en la parte energética. La primera por medio de los préstamos, los cuales eran utilizados vía pagos de derechos e impuestos para poder cubrir el gasto corriente. Esto llevó a una deuda de la Empresa Productiva del Estado a los niveles actuales. En el informe del 2020, están los datos que indican el requerimiento de un mayor presupuesto para ambas empresas con el fin de cumplir la visión actual de esta administración.
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Para Pemex, de acuerdo con los datos del informe y el plan de aumentar la producción por arriba de los dos millones de barriles diarios, envió a refinerías recursos de 1.2 millones; y con el fin de dejar de exportar crudo cuando menos 350 mil barriles, el presupuesto deberá incrementarse al menos un 37% con referencia al 2020 en pesos. Lo anterior, derivado de una mayor perforación de pozos que generen activos; incremento en la utilización de las refinerías y el transporte de crudo dentro del país para llegar a refinerías. Véase la siguiente tabla:
Fuente: Informe de gobierno y análisis de Caravida/León&pech architects
En este sentido, PEP requiere al menos un 37% más de lo asignado este año. En cambio, para la CFE, con base en la construcción de nuevas plantas, conversión a ciclo combinado e inversiones en transmisión; la distribución el presupuesto deberá aumentar alrededor del 24% con referencia al peso.
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Creo que en México hemos confundido el análisis de los datos con la suma de decir lo bien o mal que está una administración. Pero nunca hemos hecho, a partir de estos datos, un plan de nación de largo plazo; y en el caso de tenerlo podría ayudarnos a determinar qué tan alejados estamos de lo que pensamos debería estar el país con base en la cantidad de dinero disponible para que la economía pueda mover a la sociedad.
El informe de gobierno debe o debería ser un documento estadístico matemático de datos y dinero de lo no realizado por decisiones y/o circunstancias ajenas al plan original; o es un documento de apología histórica anual; y un almanaque de consulta para el librero. Así, a cada gasto que se programe de ahora en adelante con cada dato del informe del gobierno deberán anteponerse unas simples preguntas de introspección económica que debemos de hacer: ¿Es necesario? ¿Qué pasaría si no asignamos el recurso necesario?
En consecuencia, el informe de gobierno es entonces una herramienta que deberá ser utilizada por la Cámara de Diputados para determinar si la forma como fue gastado el dinero cumplió con las expectativas de crecimiento del país. De lo contrario, deberá haber una corrección de éste con base en un plan de largo plazo para los presupuestos en los años subsiguientes.