Por: Rosío Vargas
La energía en la plataforma republicana y demócrata de los EUA: ¿diferencias abismales?
Pese a la opinión de algunos analistas respecto a que el tema de la energía es donde se reflejan las mayores diferencias entre los candidatos a la presidencia de los EUA, Donald Trump y Joe Biden, un cuidadoso escrutinio de las propuestas de sus respectivas plataformas y sus recientes declaraciones muestran fuertes convergencias en los temas más importantes para los EUA.
En otros, la diferencia es de énfasis o de posturas distintas en el partido demócrata. Las mayores discrepancias entre los planteamientos se refieren al cambio climático y la regulación del sector. En el caso del candidato republicano, su propuesta replica la plataforma presentada en el 2016 y la continuación de las políticas de su primera gestión será lo que completará la agenda de desregulación. Igualmente, contempla retirarse formalmente de los Acuerdos de París el día siguiente a las elecciones para la presidencia.
A lo largo de su gestión, Trump ha dictado una amplia agenda desregulatoria en todo el sector energético y utiliza el poder del ejecutivo para hacer valer la supremacía federal; sobre todo en materia de infraestructura energética. Ha tenido como objetivo principal eliminar los impedimentos a la producción de carbón, petróleo y gas natural; ya que su meta es convertir a los EUA en una potencia exportadora a través de una política de “dominio energético”.
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Su plan también incluye la infraestructura más tradicional, como carreteras, puentes y sistemas de agua, infraestructura inalámbrica y la banda ancha rural. En materia fiscal, el candidato Trump quiere reducir los impuestos para apoyar las inversiones en energía.
En contraste, la plataforma demócrata declara que “nos volveremos a unir al Acuerdo Climático de París y, desde el primer día, buscaremos una mayor ambición de las naciones de todo el mundo; poniendo a Estados Unidos de nuevo en la posición de liderazgo global a la que pertenecemos”. Biden llama a trazar «un camino irreversible» hacia emisiones netas de carbono cero para 2050; por lo que su plan buscaría lograr un sector energético libre de contaminación por carbón para 2035.
Su propuesta va por ‘trabajos’, empleos sindicalizados bien pagados que pondrán a los estadounidenses a trabajar en el desarrollo de estas energías bajas en carbón. Igualmente, se concreta en invertir 2 mil millones de dólares en infraestructura, con énfasis en la energía limpia.
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En correspondencia con lo anterior se encuentra la meta en materia fiscal de aumentar impuestos para financiar el programa de infraestructura. En particular, incrementar los “impuestos al carbono” en industrias como el petróleo y el gas.
La plataforma republicana no deja fuera a las energías limpias: desarrollos costo-efectivos de fuentes renovables, tales como la eólica, solar, biomasa, biocombustibles, geotérmica y la energía del mar, por parte del capital privado. También apoya el desarrollo de la energía nuclear y la captura y secuestro del carbono.
La diferencia con la plataforma demócrata, que también las incluye, se refiere al despliegue de la energía solar y eólica a través de sistemas comunitarios (descentralizados) y a escala de servicios públicos; incluso en áreas rurales. La convergencia bipartidista ocurre en el desarrollo más importante de los EUA: la fracturación hidráulica o fracking.
Lo anterior no es sorpresa para el caso del candidato republicano quien, como ya señalamos, ha favorecido una gran explotación para todos los combustibles fósiles. Pero sí lo es en el caso del candidato demócrata, Biden, a la luz de la oposición a esta industria de importantes figuras dentro del partido como Berny Sanders, Alejandra Ocasio Cortés, Elizabeth Warren y la candidata a vicepresidenta Kamala Harris.
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Sorpresivamente, Joe Biden ha declarado en fechas recientes que no está por prohibir la producción a partir del fracking. Su postura tiene que ver con la consideración de los numerosos empleos que genera esta industria y la creencia de que el gas producido a partir de esta tecnología reduce los gases de efecto invernadero.
Igualmente, está relacionada con una postura realista de la inutilidad que tendría un intento por detener la producción de los hidrocarburos a partir de la fracturación, ya que ésta se encuentra mayormente (90%) en tierras privadas y estatales donde el gobierno federal no tiene injerencia. Sin duda, detrás está la certeza de que con el shale los EUA llegarán a la primacía como productores a nivel mundial, y con ello han fortalecido su reposicionamiento frente a otras potencias.
Rosío Vargas es doctora en Ingeniería Energética. También es consejera independiente de la Comisión Federal de Electricidad e investigadora en el CISAN/UNAM.