Horas después de reducir la calificación soberana para México, S&P hizo lo mismo con Petróleos Mexicanos y algunas de sus subsidiarias. Redujo de BBB+ a BBB, con perspectiva negativa, la calificación de Pemex, en línea con la metodología que ha seguido la agencia de riesgo.
“Continuamos basando nuestra evaluación en el papel crítico de Pemex para el gobierno mexicano, tanto económicamente como para la ejecución de la política energética del gobierno. Nuestra evaluación también captura el vínculo integral entre Pemex y el gobierno, dada la alta participación del gobierno en todas las decisiones estratégicas de la empresa”, destacó.
Advirtió que los bajos precios del petróleo y gas natural previstos para los próximos dos años pondrán en peligro la ejecución del plan de negocios de Pemex. Ello, porque al bajar los ingresos, un flujo de efectivo más débil limitará la capacidad de financiar completamente sus necesidades de inversión de capital.
Del 26 de febrero al 26 de marzo, la mezcla ha caído 66.24 por ciento, al pasar de 43.46 dólares por barril a 14.67.
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S&P advirtió que la ayuda recurrente del gobierno a la compañía en los últimos 15 meses ya sea en forma de contribuciones de capital, enmiendas legales; para aliviar la carga impositiva de la compañía, la monetización de ciertos activos y una estrecha colaboración para disuadir el robo de combustible; refuerza que es casi seguro un apoyo extraordinario del gobierno si la compañía tuviera dificultades financieras.
Dijo que todas las acciones citadas “son insuficientes para abordar completamente las necesidades de financiamiento de Pemex”; pero refuerzan la lectura de S&P que la debilidad de la empresa se replica en el soberano; porque la administración apunta a ampliar el papel del estado en el sector energético, que ha considerado estratégico”.
Reconoció que el otro factor de su evaluación es el revés en la política energética bajo la administración actual; “que reposiciona a Pemex en el centro del escenario y frena la participación de actores privados”.