ColumnistasLuis Vielma

COVID-19: ¿habrá luz al final del túnel?

COVID-19: ¿habrá luz al final del túnel?

“Negative price on an oil contract is something that has never happened in the history of the oil markets. Admittedly, it was a short-term phenomenon, limited to the day before May contracts expired. The question now is: was this a one-time event, or could we see similar scenarios play out for contracts expiring in June or beyond?” Esta pregunta hecha por un destacado panelista en un reciente webinar se ha convertido en una amenaza latente en la mente de los directivos de las empresas petroleras del mundo -privadas o públicas–; perturbando sus sueños y extendiendo la relatividad del tiempo que pasamos confinados desde hace más de dos meses. El impacto creado por esta crisis del COVID-19 se siente en esos altos niveles de las corporaciones. 

No pasará mucho tiempo para que empiecen a encenderse las señales de alarma que obligan a las empresas a repensar su razón de ser; y a reestructurarse en dimensión y en prácticas de trabajo para retomar la senda del crecimiento en los próximos años. Partiendo de que se estén haciendo los cierres acordados por la OPEC, Rusia y Estados Unidos, el desafío inmediato para los productores es encontrar espacios para almacenar el crudo que sigue pendiente por cerrar y se mantiene en las corrientes de producción. 

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Este tema se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza en lo inmediato, considerando que los cierres de emergencia de toda actividad económica,  ocasionados por el COVID-19, aún persisten tanto en Europa y Asia,  como en Estados Unidos. Hasta el momento no se ha percibido en el mercado ningún cambio importante en la tendencia y tampoco se espera que ocurra para junio. Por esto, no debe sorprender que al cierre del mes vuelva a presentarse el tema de precios negativos en los contratos de mayo.

No obstante, a pesar del ambiente desolado que pareciera envolver a la industria, la apertura tímida de algunos gobiernos en algunas áreas dentro de las ciudades pareciera sembrar las semillas de la esperanza que puedan detonar la lucha contra ese pesimismo. Igualmente, la ciencia sigue avanzando en su esfuerzo para tener una vacuna que permita inicialmente el tratamiento de los miles de infectados para acelerar su recuperación; y, posteriormente, contener y controlar el virus cuando se presente en alguna persona.

Estas son noticias positivas que llegan a los mercados, los cuales dan esa lectura inmediata; sin embargo, hasta el momento las reacciones han sido lentas y no se ha logrado una tendencia que indique una reacción esperanzadora. Por ello, la volatilidad en los mercados continuará con saltos de un día a otro. Éstos representan reacciones puntuales a hechos muy específicos; y el precio a lo largo de un día se moverá a ritmos más parecidos a una tasa cambiaria -como la que tiene el país actualmente- que a las realidades que registra el mercado en otras situaciones.

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Otro hecho que se ve poco en las noticias, pero está presente tras bastidores, tiene relación con la salud financiera de las empresas; en particular las medianas y pequeñas que sustentan la viabilidad de sus proyectos en el financiamiento o el soporte de fondos privados que, como sabemos, buscan retornos consistentes para sus socios o clientes. Dichas empresas ya están sufriendo para pagar deudas y/o disponer del capital que requieren los proyectos en ejecución; por lo cual muchos han sido detenidos, diferidos o cancelados. Esto hará mucho más difícil el proceso de recuperación. 

Lecciones aprendidas de eventos anteriores han enseñado a las empresas que asegurar el capital de trabajo no es suficiente para sobrevivir y seguir adelante al reiniciar sus operaciones en mayor escala. Saben la necesidad de una estrategia integral que incluya temas asociados a la eficiencia operativa; y que realmente les conduzca a una racionalización de procesos y optimización de costos. También revisar aceleradamente la cadena de suministro para encontrar esos “black holes” que puedan convertirse en “sweet spots”. 

La revisión rigurosa de cada ítem que genere costos se convierte en una promesa de valor para la sobrevivencia. Esto tiene que acompañarse con una visión de traer nuevas tecnologías a los procesos que más impactan el negocio, principalmente la perforación o construcción de pozos; que representa 6 centavos de cada dólar en los presupuestos de las empresas de E&P. Volver la mirada hacia los avances que se han logrado en robótica e inteligencia artificial es un “deber ser” para las empresas, pues su incorporación en estos procesos ha sido lenta. 

Cada activo debe ser revisado cuidadosamente, sea tangible o intangible, incluyendo la gente. Las empresas deben convertirse en verdaderos “business centers” y cuestionar al máximo los “cost centers”, buscando eliminarlos. Cada activo debe realmente generar valor, pues se trata de sobrevivir en tiempos de desolación y pandemia; y de tener una línea base de arranque para dar un salto grande, cuando la normalidad regrese a los mercados y se refleje en las empresas. 

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