Un dato irrefutable es que, en nuestro país, el crecimiento continuo de la demanda de hidrocarburos, sobre todo de petróleo, requiere de una mayor inversión en terminales de almacenamiento y en la manera en la que se efectúa su distribución. México se destaca por ser uno de los mayores mercados de consumo de combustibles líquidos para el transporte; aunque se han presentado insuficiencias en la capacidad, desarrollo y mantenimiento de los canales de almacenamiento y distribución.
Derivado de lo anterior, y como vía hacia una solución realizable, se ha implementado un modelo económico abierto a la inversión privada; hace casi cinco años que el mercado nacional de gasolina ha abierto las puertas a inversionistas locales e internacionales. A lo anterior se le añade una política de seguridad energética, sustentada en la obligación de mantener almacenados inventarios precautorios de ciertos petrolíferos.
Resulta innegable que los combustibles líquidos son, en México, insumos esenciales dentro de la nación. Precisamente por esto, el abasto y la distribución de estas materias debe crecer y modernizarse; pero, sobre todo, debe ir de la mano con el desarrollo económico del país.
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El almacenamiento resulta altamente importante, ya que participa en todas las fases de la cadena de valor de los petrolíferos; además, su principal objetivo es conservar inventarios. En nuestro país, casi todo el almacenamiento de combustibles para transporte responde a las necesidades logísticas de Pemex. Sin embargo, desde que se abrieron las puertas a las empresas privadas del mercado de petrolíferos, se ha visto un gran interés en la inversión para la mejora del almacenamiento y la distribución de hidrocarburos.
Es fundamental potenciar el crecimiento de la infraestructura de transporte y almacenamiento de hidrocarburos en nuestro país, tanto para llevar un control de la producción, como para cumplir con las demandas energéticas nacionales. El manejo de este material requiere de gran eficiencia, logística, planeación, precisión y atención, pero, sobre todo, de seguridad. Esta misión debe ser vigilada y tratada con prácticas de seguridad estrictas que garanticen el menor impacto a los ecosistemas, al tiempo que velan por el bienestar de todas las personas.
Por: Rubí Alvarado