La superstición energética de México. Autor: Ramses Pech – Grupo Caraiva – León & Pech architect
Hoy la superstición ha dejado una escuela en prácticas, conductas y hábitos que difícilmente podrá ser erradicada en nuestra cultura. Eliminar nuestra propia creencia energética se contrapone con los dogmas de la clase política dominante, que no están en línea con el cambio global del presente.
En 2013, antes de la Reforma Energética, la energía representaba alrededor del 10.5% del PIB al tercer trimestre (hidrocarburos el 8.5% y 2.5% el sector eléctrico). En 2020 descendió a 8.5% (hidrocarburos el 4.5% y 3.5% el sector eléctrico). ¿Por qué disminuyeron las inversiones? La respuesta está a partir del 2015, cuando recortaron los presupuestos para Pemex y CFE y, en 2018, la evaluación del mercado de políticas públicas y leyes, que no han terminado, han mermado la certidumbre del dinero en ser parte de la economía.
Debemos considerar dos grandes mercados que toman las energías primarias y las transforman para la utilización en la continuidad de las actividades del ser humano: el de los hidrocarburos y el eléctrico. ¿Qué necesitamos en cada una de ellas?
Mercado de hidrocarburos
El error que cometemos en México, con el cual hemos creado una superstición, se refiere a la forma de explotar y extraer la materia prima para su transformación. Esto ha sido relacionado con la soberanía del país por varias generaciones. El resultado es una contracción en el volumen de barriles y millones de pies cúbicos que podríamos haber tenido. Proteger la soberanía no significa no dejar entrar a la inversión a un país; significa hacer reglas, normas y acuerdos que ayuden a tener una explotación ordenada de los recursos naturales que tenemos en el subsuelo. ¿Acaso es factible que hoy en día Pemex tenga los recursos necesarios para incrementar la producción y acondicionamiento de las plantas actuales?
El crudo sirve para dos cosas: para comercializar en el exterior o dentro del mercado local; así como para su envío a refinerías para su transformación. En México, alrededor del 60% al 70% de la mezcla mexicana de exportación se envía a refinerías de EUA, siendo los principales compradores en volumen empezando con Valero, Shell, Chevron, Phillips 66.
Por otra parte, el 80% del crudo alrededor del mundo es utilizado para generar combustibles para el transporte y gran parte del rechazo energético proviene en forma de calor por malas combustiones en los motores. De ahí que muchos países han mejorado la calidad de éstos al adicionar aditivos como los oxigenantes para mejorar el rendimiento y eliminar una gran cantidad de azufre; como en el diésel y combustóleo, y han creado algunas empresas del tipo ecológico (Diamond Green Diesel).
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Por otra parte, el gas natural es utilizado en la industria de la petroquímica, fertilizantes y generación de electricidad. Éste tendrá un crecimiento potencial a partir del 2030, derivado de una electrificación en todas las actividades en el ser humano.
La superstición que debería eliminarse es “soberanía” en función de una ideología política ligada a la energía. Los hidrocarburos serán la energía primaria base por más de cuatro décadas; sin embargo, dependerán de las tecnologías disponibles para evitar contaminar o rechazar a la atmósfera contaminantes o calor al entorno a donde sean utilizados.
Mercado eléctrico
Mucha gente asume que energía y electricidad significan lo mismo, pero la electricidad sólo es un componente del consumo total de energía primaria. En torno a la electricidad se ha creado una superstición de politización del mercado.
El nuevo mercado ha realizado una separación correcta de empresas dentro del negocios que tienen el control del balance, reguladores y quienes otorgan los permisos para ser parte del mercado. Dejando afuera a la empresa productiva del Estado como parte del mercado como un prestador de servicios; y sólo confiriendo de acuerdo con lo que la nación cree conveniente respecto a la transmisión y distribución; a donde por ley hay un pago que tiene que realizar cada generador o suministrador por el uso de la infraestructura.
CFE no determina quién puede tener un contrato de interconexión o conexión en el mercado eléctrico. El que tiene las facultades es el CENACE. Por medio de estudios determinará si con la infraestructura actual puede realizar o requerirá un reforzamiento y/o nueva línea. Además, debemos dejar claro que CENACE y CRE deberán tomar una decisión correcta para el mercado, involucrando no sólo a CFE, sino a los privados generadores y suministradores.
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En torno a las energías limpias hay un problema que realmente no existe. Hay potencial en México para la tecnología con la generación fotovoltaica o eólica, lo cual el CENACE deberá estudiar; así como la forma de coordinar el balance en la red, y no CFE. Acaso en otros países esto representa un problema por el controlador.
¿Qué necesitamos en México? Una estructura de red de las interconexiones que ayude a mantener la confiabilidad del sistema de energía al proporcionar múltiples rutas para que fluya la energía y al permitir que los generadores suministren electricidad a muchos centros de carga. Esta redundancia ayuda a evitar que las fallas de la línea de transmisión o de la planta de energía causen interrupciones en el servicio. El CENACE es un operador del sistema independiente e imparcial de la red; no debe tener interés económico alguno en ningún segmento individual, garantizando así un acceso equitativo y transparente a la red de transmisión y al mercado de transacciones.
En este sentido, la nación vía la Cámara de Diputados y/o el Senado crea Organizaciones Regionales de Transmisión (ORT) que operan sistemas de energía eléctrica. Las ORT pueden ser organizaciones independientes, sin fines de lucro; basadas en miembros que garantizan la confiabilidad y optimizan las ofertas de oferta y demanda de energía eléctrica mayorista.
El mercado eléctrico residencial en México tiene el mayor número de usuarios; sin embargo, el de mayor consumo es el sector industrial con el 57% del total vendido en el mercado. Estamos listos para cambiar de mentalidad de una política unilateral sexenal o crear planes de largo plazo de acuerdo con la demanda en crecimiento.