La falta de conocimiento sobre la técnica de fracturación hidráulica para obtener gas y aceite shale ha evitado que México se beneficie de las utilidades de estos recursos en campos no convencionales. Los cuales ofrecen desde blindaje energético, hasta desarrollo y empleo regional.
México se encuentra dentro de los 10 países con mayores recursos shale. Sin embargo, hasta el momento tiene detenidos sus proyectos de desarrollo en campos no convencionales por mandato del Gobierno Federal. Lo anterior, pues el gobierno argumenta que esta actividad podría crear un fuerte e irreversible impacto ambiental.
Existe la creencia de que el fracking de los pozos productores contamina los mantos acuíferos, afecta la vida de las familias de las comunidades aledañas y provoca sismo en las regiones productoras. En el primer caso, está comprobado que con las correctas prácticas y buenas regulaciones, la fracturación hidráulica es muy limpia y segura. Para el segundo caso, con los estudios correctos, las actividades pueden ser alejadas de las comunidades. Finalmente, en el tercer caso, está verificado que la actividad sísmica generada directamente por el fracking es prácticamente imperceptible.
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Especialistas consideran que la falta de conocimiento y difusión de los beneficios de la técnica de fracturación hidráulica son las causas principales de su aversión. La cual, en caso de cambiar, podría aumentar considerablemente la producción de petróleo crudo y contribuir al blindaje energético del país.
Riqueza no convencional
Se estima que México es dueño de más de 68 millones de hectáreas de terrenos con campos no convencionales con alto potencial comercial. Se calcula que el 57% de los recursos prospectivos de país son no convencionales y eso representa alrededor de 113,000 millones de barriles de crudo.
Para tener una idea, con la producción de campos no convencionales es posible producir en los próximos 20 años el equivalente a lo que México produjo en el último siglo. Es decir, alrededor de 53,000 millones de barriles.
En el aspecto económico, el desarrollo de los campos no convencionales puede potenciar las industrias de energía, química y petroquímica. Ello, gracias a la creación de decenas de miles de empleos y la movilidad de miles de millones de dólares en infraestructura, equipos y herramientas.
Según cálculos de las agencia Welligence Energy Analytics, la prohibición del fracking canceló inversiones por 1,300 millones de dólares en 2020 y por hasta 45,000 millones de dólares hacia 2040. Lo anterior, sin incluir que puso en riesgo 24,000 empleos directos y 67,000 empleos indirectos.
De acuerdo con cálculos de la misma agencia, la prohibición del fracking en México también implica una pérdida en la producción actual. La cual es de 140,000 barriles diarios de petróleo y de 1,200 millones de pies cúbicos de gas.
Una luz al final del túnel
Durante la 69ª sesión extraordinaria de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), a comienzos de diciembre; el órgano regulador aprobó a Petróleo Mexicanos el plan de exploración que incluye el uso de fracking, en caso de ser necesario. Esto ocurriría en la cuenca de Tampico-Misantla, a 58 kilómetros de Tuxpan y 41 kilómetros de Poza Rica, en Veracruz.
La CNH detalló que solo se podrán perforar hasta 18 pozos con la técnica de fracturación hidráulica y estará vigente hasta agosto de 2022. Ello representaría un potencial de hasta 391 millones de barriles de petróleo crudo, volumen que representa alrededor de 5% de las reservas probadas del país. Los trabajos implicarían una inversión de más de 437 millones de dólares.
El comisionado presidente de la CNH, Rogelio Hernández Cázares, precisó que la autorización solo comprende la exploración en las zonas no convencionales. Sin embargo, no contempla la extracción, misma que podría suceder en el futuro.