Generación Eléctrica

Renovación de la infraestructura de media tensión: motor oculto de la competitividad industrial

Renovación de la infraestructura de media tensión: motor oculto de la competitividad industrial

La media tensión – circuitos de 1 kV a 35 kV – es el último eslabón antes de que la energía entre a las plantas. Sin embargo, buena parte de esa red envejeció mucho antes de que existieran los variadores de frecuencia, los brazos robóticos o los hornos de inducción que hoy definen la productividad.

 

Modernizarla ya no es opcional; es la diferencia entre parar la línea o seguir produciendo cuando la demanda aprieta. CFE reconoce que ciertos equipos críticos de distribución –interruptores, seccionadores y transformadores instalados en subestaciones de 13.8 kV y 23 kV– promedian 65 años de antigüedad y rebasan con creces su vida de diseño.

 

El organismo incluyó su reemplazo por “componentes de última tecnología” como acción prioritaria en el Informe de Gestión Gubernamental 2018-2024. Mientras tanto, las pérdidas de energía en el propio nivel de media tensión se mantienen en 12.88% del total distribuido, un lastre que en 2023 restó más de 150 GWh al balance nacional. Para un país que busca duplicar la capacidad manufacturera con el near-shoring, cada décima de punto en pérdidas significa millones de dólares en energía comprada, pero jamás facturada.

 

La presión del crecimiento industrial

 

El plan gubernamental de abril de 2025 destina 22,000 millones de dólares a reforzar el sistema eléctrico y a inyectar 22.7 GW de nueva generación; buena parte de ese flujo terminará en redes de media tensión que hoy operan al límite, sobre todo en corredores automotrices y de autopartes del Bajío. Ese crecimiento exige subestaciones flexibles, con interruptores capaces de seccionar en milisegundos y alimentadores listos para aceptar paneles fotovoltaicos de azotea o cargadores rápidos de flota eléctrica sin comprometer la selectividad de protecciones.

 

De aceite a vacío, de SF₆ a aire limpio

 

Los primeros objetivos de renovación son los interruptores de aceite mineral y las celdas metal-clad con SF₆ instaladas entre los sesenta y ochenta. Dos tendencias dominan el reemplazo son los disyuntores en vacío “drop-in” con cartuchos completos que encajan en la celda existente, eliminan el contacto con aceite, elevan la capacidad de interrupción y añaden 250,000 operaciones de vida mecánica, sin reconstruir la subestación. La segunda son los Switchgear eco-eficientes. Algunas empresas ofrecen unidades GIS con AirPlus, una mezcla de fluorocetona y aire con 99% menos potencial de calentamiento global que el SF₆.

Además de reducir la huella de carbono, ambos cambios recortan el mantenimiento; las interrupciones programadas pasan de cada 18 meses (aceite) a cada 5 años (vacío o gas limpio), y se suprimen fugas que podían costar hasta 30,000 USD en aceite dieléctrico contaminado por su manejo como residuo peligroso.

 

Cableado subterráneo y reconductores inteligentes

 

No todo se decide en la celda. Alemania entierra más del 90% de sus líneas de media tensión y mantiene un SAIDI de 12 min anuales, récord europeo. México no puede replicar ese porcentaje de la noche a la mañana, pero sí acelerar el paso en parques industriales y zonas urbanas críticas. Un alimentador subterráneo de 23 kV reduce la tasa de falla a <0.01 eventos/km-año frente a 0.05-0.1 en línea aérea. Cuando el entierro es inviable, la alternativa es reconductor con aluminio cubierto y añadir sensores de corriente y temperatura cada 500 m. Estos dispositivos alimentan algoritmos de localización de fallas y permiten restablecer el servicio seccionando solo el tramo afectado.

 

Reparar después cuesta diez veces más

 

La renovación de media tensión se vende mejor cuando se traduce en pesos y minutos. Schneider Electric estima que en plantas de proceso continuo una hora de paro eléctrico puede costar hasta 1 M USD en scrap, arranques y mano de obra. Las estadísticas de la firma señalan que operar un equipo hasta la falla cuesta hasta 10 veces más que sustituirlo de forma preventiva. Del lado de la red pública, CFE calcula que cada punto porcentual de pérdidas evitadas equivale a 1 400 GWh al año, es decir, la energía que consumirían 400,000 hogares de ingreso medio.

 

Al factor directo se suma el costo regulatorio: todo usuario que supere 50 MW-h de consumo perdido en un año puede reclamar compensaciones; modernizar la red interna, y la conexión a CFE, mitiga ese riesgo jurídico.

 

La infraestructura de media tensión es la arteria que conecta la red nacional con cada proceso industrial. Su renovación dispara la confiabilidad, recorta pérdidas y protege el balance de la empresa frente a multas o paros millonarios. Con equipos que llevan más de medio siglo en servicio y pérdidas técnicas que aún devoran casi 13% de la energía en media tensión, posponer la inversión no es ahorro, es apostar la producción a un interruptor que podría fallar mañana. La decisión inteligente es renovar hoy para que, cuando el mercado demande más, la energía llegue sin excusas.

 

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