De acuerdo con la Comisión Nacional de Hidrocarburos, México cuenta con 112 mil 800 millones de barriles de petróleo crudo equivalente en recursos prospectivos. Del total, el 22% se encuentra en aguas profundas o en la zona conocida como el Golfo Profundo.
Ahora que la industria petrolera enfrenta la peor crisis de su historia, como resultado de la caída mundial de los precios de los hidrocarburos, las principales compañías del sector tienen que enfocar sus recursos y capacidades hacia proyectos de mayor rentabilidad. Gran parte de las apuestas se orientan en los campos que demandan un menor costo de producción.
En México, Pemex ha descartado por completo destinar sus inversiones en aguas profundas durante la actual administración, para enfocarse en campos terrestres y aguas someras. Esto se explica porque, como se sabe, extraer petróleo a una profundidad superior a 500 metros por debajo de la superficie marina es muy costoso; y la primera gota de aceite comercial se obtiene en un plazo mínimo de siete años.
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Sólo transnacionales como Exxon, Total, BP, Shell, Chevron, ENI; CNOOC, Equinor, BHP Billiton y Repsol cuentan con la experiencia, recursos e infraestructura para embarcarse en ese tipo de desafíos. Para el analista independiente del sector energético, Esteban Rojas Hernández, las petroleras extranjeras evaluarán cuáles de sus proyectos en aguas profundas son más rentables y cuáles se pueden posponer hasta que el mercado sea estable.
“Con pérdidas por todos lados, es relativamente fácil pensar que algunos de esos proyectos serán postergados hasta que el mercado petrolero esté más equilibrado”, precisó. A finales de marzo, Total y Exxon renunciaron a un bloque en aguas profundas, ubicado en el Cinturón Plegado Perdido, al considerarlo no viable y de nulo interés comercial.