La CNH alerta a Pemex y ésta debe repensar su futuro
Recientemente la Comisión Nacional de Hidrocarburos hizo pública una Prospectiva de Producción para el periodo 2020-2027; en la cual concluye que, en el mejor escenario, México podrá producir 2.3 MMBPD al final de este periodo. La CNH tomó en consideración los recursos petroleros identificados y disponibles en la industria, y que incluyen asignaciones y contratos de Pemex; así como las inversiones comprometidas en los bloques y campos adjudicados a privados.
El informe de la CNH señala que la producción de crudo de Pemex se estima en 1.7 MMBPD para finales de este año, y podría incrementarse hasta 1.9 MMBPD en el mejor de los escenarios. La evaluación considera el aporte directo de la empresa, conjuntamente con la producción que genere con sus aliados en contratos.,
Esta publicación del órgano regulador echa por tierra las proyecciones iniciales presentadas por la empresa nacional acerca de producir 2.4 MMBPD a finales del 2024; es decir, al cierre de la presente administración gubernamental. De hecho, el informe muestra una mejor perspectiva de las empresas privadas que, en su conjunto, aportarán un estimado cercano a los 600 MBPD a finales del periodo del estudio.
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Para el análisis, la CNH también tomó en cuenta los resultados obtenidos por la empresa nacional, mismos que indican que no se ha cumplido con las metas establecidas en el desarrollo de campos; la perforación de pozos, la producción comprometida, ni en la ejecución del presupuesto que le fue aprobado. Durante el primer trimestre de este año, sólo se logró perforar el 24% de los pozos programados (38 de 157). En producción se estuvo 24% por debajo de la meta comprometida, y se ejecutaron sólo el 57% de las inversiones acordadas.
Hay varias razones importantes que ocasionan estos resultados, y ya desde el año anterior se venían observando algunos síntomas que alertaban a la empresa acerca de la situación de ineficacias de algunas empresas contratistas en sus procesos de perforación; y la pesada o difícil dinámica para lograr un mejor desempeño de los contratos llave en mano. También se habían detectado ineficiencias internas asociadas a los procesos, donde la separación de funciones ha ocasionado trabas en la agilidad de los mismos; con impacto en los tiempos y costos en la perforación de los pozos.
Adicionalmente, desde marzo, se manifestaron consecuencias del COVID-19 dentro de las organizaciones, afectando de manera crítica su capacidad; y obligando a desarrollar el trabajo técnico o administrativo desde la casa de los trabajadores e implementar horarios de oficina alternos para disminuir la presencia de gente en sus instalaciones. Esta situación, sin duda, ha tenido consecuencias operativas, administrativas y contables, mismas que se reflejan en la caída de la productividad; caída en sus ingresos, impacto en inventarios, y efectos en sus hojas de balance. Esto también ha agravado el cumplimiento de pago a los proveedores que, de acuerdo con informaciones públicas, alcanzó los 180 mil millones de pesos al final del trimestre.
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Obviamente, las expectativas de crecimiento de este año atípico no se lograrán, y la mayoría de las empresas no podrán cumplir con sus principales métricas de negocio. Para México, estas noticias de Pemex son devastadoras en cierta forma; pues como sabemos la administración actual, a diferencia de las anteriores, está apostando a su empresa petrolera nacional como la gran impulsora de la economía y de la riqueza del país; tratando de refrendar épocas vividas en la década de los 70 y, más cercano a la primera década de este siglo, cuando se logró superar los 3.4 MMBPD de producción con su gigante Cantarell en pleno rendimiento en el 2004, y más tarde con precios del petróleo que alcanzaron los 147 dólares por barril, en el año 2007.
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Cada vez hay más señales que la directiva de Pemex debe tomar en cuenta de cara a su visión de futuro. Los indicios consisten en una baja en la demanda y el deseo de la humanidad por fuentes de energía limpias que no incidan más en el cambio climático; así como las realidades del mercado mundial de hidrocarburos, donde el manejo de inventarios y los mercados futuros irán dictando las pautas a la producción.
Las empresas a nivel mundial se encuentran en el medio de reflexiones profundas y oportunas, guiadas por su alta dirección y los responsables de la planeación a mediano y largo plazo; a fin de definir el futuro camino de las organizaciones. El negocio petrolero es de largo plazo, no de sexenios. Así que Pemex debe alinearse con prácticas mundiales y tecnologías de punta para aprovechar al máximo los procesos de Data Analítica y Robótica para operaciones; así como convertir sus portafolios en híbridos, de tal manera que les permita competir en el mercado global de la energía, bien sea fósil o alternas, principalmente solar y eólicas. Estos son temas que están en el top 3 de las empresas que desean mantener su crecimiento, competitividad y longevidad.