México y la diplomacia climática. Por Alonso de Llanes
El cambio climático y sus consecuencias son uno de los mayores retos para la política y la cooperación internacional. No hay duda de los efectos devastadores del cambio climático para muchos países; sólo el mes pasado vimos cómo naciones desarrolladas como Alemania sufrieron los estragos de unas tremendas inundaciones. Las conferencias sobre el clima han señalado repetidamente la necesidad de acciones conjuntas por parte de la comunidad internacional. Sin embargo, a menudo estas reuniones no han podido acordar objetivos y políticas comunes debido a la brecha de desigualdad entre los asistentes y todos los actores clave.
Como hemos visto, y desgraciadamente cada vez con más frecuencia, las problemáticas consecuencias del cambio climático son innegables. Las negociaciones internacionales se caracterizan por estrategias que siguen siendo impulsadas principalmente por intereses nacionales. Incluso con los esfuerzos internacionales para alcanzar políticas comunes y la firma del Acuerdo de París, los logros son escasos. Esto se debe a varios factores. Algunos países en desarrollo niegan su responsabilidad en el cambio climático. Argumentando que son principalmente los países industrializados los que han provocado los altos niveles de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Además, se afirma que los países menos desarrollados carecen de capacidad financiera para adaptarse a los efectos del cambio climático. Por lo que, países desarrollados como Francia, Estados Unidos y Alemania han desplegado agencias de cooperación para proyectos específicos. Varios de los principales países desarrollados se niegan a asumir la responsabilidad del cambio climático. Con el argumento de que los mercados emergentes y
en desarrollo, como China, producen una cantidad relativamente alta de dióxido de carbono. También hay países industrializados que en sus lugares de origen se jactan de llegar a net zero y en México usan y desechan los recursos sin ningún problema.
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A lo largo de los años, México se ha posicionado como uno de los principales actores en la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente. En gran medida por la enorme diversidad que se encuentra en el país. Sin embargo, con el cambio de administración presidencial en 2018, la brújula del país cambió hacia una priorización de los combustibles fósiles. Y la cancelación de fondos para la adaptabilidad al cambio climático, sin duda el país ha relegado los problemas a los que se enfrenta.
La diplomacia climática en México pende literalmente de un hilo, un delgado hilo que lleva el peso del Acuerdo de París, el Tratado de Libre Comercio entre la UE y México y el T-MEC. La forma en que México cumpla con sus obligaciones y compromisos ambientales puede ser la luz de la reactivación económica o el clavo final del ataúd.
Sobre Alonso de Llanes: es Abogado con formación de posgrado en el sector energético. Dentro de sus 8 años de experiencia en el sector energético, ha sido consultor para el sector privado; así como asesor de la Comisión de Energía en la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Actualmente es el Coordinador de asuntos energéticos de la Federación Franco Mexicana.