Más de dos tercios de la superficie de la Tierra están cubiertos por océanos y mares. Expertos explican que la energía cinética de las olas y las mareas ofrece una oportunidad ilimitada para la generación de energía renovable: energía mareomotriz.
Debido a que el agua es 1,000 veces más densa que el aire, puede capturar la misma cantidad de energía con turbinas más pequeñas que las empleadas en el sector eólico; esto se traduce en reducción de costos y atracción de inversión. No obstante, su presencia en el mercado aún es limitada por los elevados costos de efectuar estudios e investigaciones para su instalación eficiente e integral.
Hasta el momento, sólo existen dos centrales de energía mareomotriz a gran escala en el mundo. La planta de Sihwa, en Corea del Sur, y la de Río Rance, en Francia. En el caso de la francesa, tiene la capacidad de producción de unos 500 gigavatios/hora de electricidad al año, suficiente para abastecer a 250 mil de los 30 millones de hogares en Francia.
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Un estudio de la Agencia Internacional de Energía (AIE) mostró que la energía mareomotriz representa la menor parte de la energía renovable en el mundo, con a penas una presencia del 2% a nivel global. El principal desafío, apuntan expertos, es el costo de construir estas estructuras. «Las tecnologías marinas tienen un gran potencial, pero se necesita un apoyo político adicional para la investigación y el desarrollo que permita la reducción de costos», valoró la AIE.
Además, esta energía tiene un inconveniente adicional: los efectos sobre la vida vegetal y animal. Las turbinas pueden perjudicar el hábitat de los animales marinos y alterar sus patrones de migración. Sin embargo, se pueden construir nuevas plantas mareomotrices fuera de las zonas sensibles de los estuarios o de las reservas marinas.
En México se han realizado estudios para calcular el potencial de instalar una central mareomotriz en el Golfo de California. Los resultados han sido positivos, pero es necesario realizar análisis adicionales de impacto ambiental para evaluar la factibilidad económica. Hasta el momento, la inversión para construir una central en aguas mexicanas es muy alta. Por ello se requiere mayor investigación y desarrollo de nuevas tecnologías que permitan disminuir esos costos.
«La energía de los océanos tiene un enorme potencial a nivel mundial, pero es un recurso que aún no está completamente explotado», Simon Neill, profesor de la Facultad de Ciencias Oceánicas de la Universidad de Bangor, en Gales.