EspecialesSergio Pimentel

El Ford del abuelo

CNH agradece profesionalismo de Sergio Pimentel

Imagine que su abuelo, que alguna vez fue muy rico, le heredó un Ford Thunderbird 1986 color cereza, impecable.  Ese vehículo le trae gratos recuerdos, pues en él viajaron innumerables ocasiones a Ciudad del Carmen, Campeche, y de ahí hasta la península de Yucatán; visitaban Chichen Itzá, Tulúm, Akumal y, desde luego, remataban en Cancún. Ciudad del Carmen era la tierra de la abuela, eso explica todo.

De eso han pasado ya algunos años y, aunque el coche se sigue viendo “bien”, lo cierto es que las vestiduras ya no ocultan el daño que el polvo y los años les han ocasionado.  Eso por no mencionar el motor, que a veces “ya ni prende”. Debí decirle que usted, lector, pequeño detalle, no sabe manejar. Sus viajes, en realidad ahora sólo son recuerdos…

Un buen día, el vecino de a lado le ofrece reparar el motor (él es mecánico con más de 20 años de experiencia) y a cambio le propone “hacerse socios” para que, una vez que el vehículo esté en condiciones, puedan juntos hacer uso de él. El vecino de atrás se entera y, ¡qué casualidad! Es dueño de una de las llanteras más grandes de la ciudad. Le propone entonces “entrarle a la sociedad”, él pone las llantas, a cambio de un asiento en el vehículo y, de vez en cuando, proponer el destino del viaje.

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Y como la suerte está de su lado, amable lector, el vecino de enfrente le propone dejar las vestiduras y la pintura “como si estuvieras sacando el coche de la agencia”. Resulta que, por muchos años, ese vecino trabajó en varias distribuidoras automotrices y conserva buena relación con gente que “le sabe” al velur y a la pintura de alta resistencia.

Usted lector, ¿qué haría? ¿Iría de copiloto apreciando en primera fila los paisajes y poniendo la música que escucharían todos los tripulantes de su coche? ¿Experimentaría, de nueva cuenta, la sensación que los ocho cilindros brindan, en un rebase a uno de esos camiones que abundan en la carretera? O diría:

“Gracias vecinos, pero no gracias. El coche es sólo mío”.

Por: Sergio Pimentel

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