En mi columna anterior, abordé brevemente la intención de CFE de entrar al negocio del GNL. Esto es, de utilizar los ductos de importación que se construyeron el sexenio pasado para traer el gas, licuarlo y venderlo a Asia. Esta decisión se revela luego de una declaración presidencial, relativa a que “nos sobra mucho gas”. Revisemos un poco las circunstancias nacionales en esta materia.
Los ductos de importación más relevantes detonados por la CFE, son el ducto marino, con capacidad de 2.6 millones de pies cúbicos diarios (que se usa al 32% de su capacidad); y los dos ductos que permiten a México importar gas desde el hub más barato del mundo: Waha, Texas, que en conjunto tienen capacidad de 2.2 mmpcd y se utilizan únicamente al 18% de su capacidad.
Es decir, lo que tenemos es capacidad ociosa, pero no nos sobra el gas. Desafortunadamente, el gas mexicano solo puede atender el 20% de la demanda nacional. En este triste escenario, la política energética actual se concentra en la producción de barriles de petróleo para refinar y en un consumo de combustóleo por parte de la CFE, para “aprovechar los recursos con los que contamos”.
Más de Rosanety Barrios: La Fibra E de la CFE como instrumento para financiar la generación eléctrica
Por lo visto, nadie le ha explicado al presidente que México requiere del gas importado; que los ductos podrían ser aprovechados por su administración para que el mercado eléctrico cuente con un combustible que dé respaldo a la energía renovable. Y para que la industria nacional tenga un insumo que le permita ganar competitividad y aprovechar el T-MEC.
Habría que explicarle también que la CFE podría vender la capacidad que no utiliza, o incluso el gas, pero dentro del país. Lo cual le permitiría mejorar su balance financiero y contar con recursos para invertir en transmisión y distribución.
Finalmente, hay que explicarle que, al no aprovechar los recursos que le brinda el marco legal actual, para Pemex no hay posibilidad de aprovechar nuestras reservas de gas natural, en virtud de que no existen en la empresa del Estado la capacidad operativa y financiera requerida.
En estas circunstancias, se toma la decisión de convertir a la CFE en un comercializador del gas de nuestros vecinos del Norte (a quienes sí les sobra), para re exportarlo, dejando del lado las necesidades nacionales.