Desarrollar el Gas Natural en México requiere una estrategia de Estado. Por: Luis Vielma Lobo
El discurso de seguridad y soberanía energética del jefe de Estado, debe pasar de un mensaje político a un proyecto ejecutable. Proyecto que tenga una visión país, y una estrategia de implementación que incluya políticas públicas; incentivos y una reorganización del manejo del gas; y que integre todas las instituciones existentes, con base en la cadena de valor y suministro de este hidrocarburo.
El gas, siendo un hidrocarburo gaseoso de origen fósil, es considerado actualmente el menor contaminante de los combustibles conocidos. Su combustión completa solo produce vapor de agua y anhídrido carbónico en cantidades significativamente menores a la quema de madera; carbón, diésel o combustóleo. Como hidrocarburo, su composición es principalmente de metano (90%); etano (5%); butanos (3%) y anhídrido carbónico (2%).
Estas características del gas natural y su abundancia, lo han convertido en el combustible ecológico preponderante en los últimos años; y está comprobado que su uso permite disminuir de manera importante los tres principales problemas ambientales: la lluvia ácida, causada principalmente por emisiones de gases sulfurosos y óxido de nitrógeno; la contaminación por ozono, un gas secundario emitido principalmente por los vehículos con motores de combustión interna que consumen gasolina y diésel; y el efecto invernadero, ocasionado por la liberación de estos gases ya mencionados.
Estudios de la Agencia de Protección Ambiental de la Unión Americana, señalan que el reemplazo del uso de combustibles petrolíferos como el diésel y el combustóleo en la generación termoeléctrica; incorporando tecnologías de generación de ciclos combinados, dándole prioridad al uso del gas, han permitido reducir las emisiones de gas invernadero en alrededor del 30% en los últimos 10 años. Las plantas generadoras de energía que utilizan gas natural como combustible son mucho más económicas de construir que las hidroeléctricas; y las tecnologías desarrolladas en los últimos años contribuyen cada día a la optimización de costos; además de incrementar la eficiencia en sus procesos, disminuyendo cada vez más la contaminación.
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Conviene observar que China se ha convertido en el mayor importador de gas en el mundo para sustentar su extraordinario crecimiento económico que no puede ser abastecido por su producción interna. De manera similar el consumo en Europa y el resto de Asia también continúa creciendo; siendo responsable del crecimiento en la importación del Gas Natural Licuado (GNL). Los Estados Unidos también ha incrementado su demanda interna, sin olvidar la importancia del consumo de Brasil y Argentina.
La oferta de gas ha venido respondiendo a esta demanda y aquellos países productores de gas en cantidades suficientes han encontrado mercados importantes para los excedentes en la producción de este hidrocarburo. Rusia, como principal proveedor de Europa, Qatar y Emiratos Árabes de Asía y Oceanía; Estados Unidos del norte de América, y Perú y Bolivia de Suramérica.
Durante los últimos años, México ha estado importando alrededor del 50% de su consumo desde Estados Unidos a través de un importante sistema de ductos construidos en las administraciones anteriores; lo cual permite recibir y transportar volúmenes importantes de gas provenientes de las cuencas productoras del sur de Texas; a precios muy competitivos. No obstante, el país debe seguir adelante buscando la manera de disponer de la seguridad energética que el gas puede conceder. Una vía es el almacenamiento estratégico usando yacimientos agotados; también el desinfle de otros que producen volúmenes insignificantes de crudo con altas relaciones gas-petróleo, pero no debe olvidar el desarrollo de sus yacimientos, pues su base de recursos tiene una importante cartera de oportunidades asociadas al gas, que las condiciones de mercado no han permitido desarrollar.
Estrategia integral de Estado
Por ello insistimos en trazar una estrategia integral para el país, que considere un tratamiento fiscal diferente en regalías e impuestos para Pemex, y las empresas privadas que tienen contratos firmados para desarrollar campos de gas; así como una política de incentivos, que pudieran estimular su desarrollo y explotación en el futuro próximo. Esto debe incluir la construcción de nuevas redes de transporte y distribución de gas que permita asegurar el abasto total del país, buscando su seguridad energética, reduciendo de esta manera la costosa importación del LNG.
Esta estrategia debe considerar, igualmente, la creación de una Empresa Nacional de Gas (ENG); que sea responsable de toda la cadena de valor del gas, incluyendo su exploración, extracción, transporte y almacenamiento; así como de las alianzas con el sector privado, manteniendo el Centro Nacional de Control del Gas Natural (CENAGAS); cuyo rol institucional asegure que la visión y estrategia del Estado se cumplan a cabalidad.
Si algo debemos reconocer a la crisis y desabastecimiento de gas que vivimos; es el despertar de las conciencias de gobernantes y la gente en general, afectadas en el suministro de energía por la falta de gas y que han expresado su sentir en diferentes formas; desde la crítica constructiva o no, así como planteamientos de opciones para evitar que esto vuelva a ocurrir, o al menos tener soluciones en esos momentos críticos.
Luis Vielma Lobo, es Director General de CBMX Servicios de Ingeniería Petrolera, Director del Centro Integral de Desarrollo del Talento (CIDT); y presidente de la Fundación Chapopote, miembro del Colegio de Ingenieros Petroleros de México; Vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios, AMESPAC, colaborador de opinión en varios medios especializados en energía, conferencista invitado en eventos nacionales e internacionales del sector energético y autor de las novelas “Chapopote, Ficción histórica del petróleo en México” (2016) y “Argentum: vida y muerte tras las minas” (2019).