Retos de la baja y media tensión para complejos productivos remotos. Por Paola Sánchez
En la industria de la energía, existen tres tipologías fundamentales para las instalaciones eléctricas: alta, media y baja tensión. Las tres son útiles para distintos procesos del sector eléctrico. Particularmente, las dos últimas se enfrentan hoy en día a retos importantes para los complejos productivos remotos.
Uno de los retos principales se relaciona directamente con el punto siete de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Este objetivo establece la necesidad de alcanzar una energía asequible y no contaminante. Es importante que este acceso a la energía sea considerado no sólo en la cuestión poblacional, sino también en el aspecto industrial.
De este modo, el hecho de estar integradas estas tres categorías eléctricas como parte de un sistema energético a escala nacional; conviene recordar cuál es la función principal de cada una. Por un lado, las instalaciones de alta tensión se utilizan para transportar la electricidad a grandes distancias, desde las centrales generadoras hasta las subestaciones eléctricas.
Por otro lado, la media tensión funciona para distribuir la electricidad desde las subestaciones hasta las centrales transformadoras que dan suministro a comunidades. Finalmente, el proceso llega a su fin con el consumo de la electricidad a través de las instalaciones transformadoras que utilizan los aparatos eléctricos.
Así, los retos los cuales se enfrenta la optimización de la baja y media tensión en complejos productivos remotos, tiene que ver principalmente con la modernización, la integración y el mantenimiento de la red.
La modernización se refiere, sobre todo, a la incorporación de soluciones digitales y el avance hacia una industria 4.0. Esto no sólo tendrá beneficios para una mayor productividad tanto pública como privada; sino también la reducción de riesgos en la operación de la red y una mejor integración de la misma.
También te puede interesar: Aguas someras, la plataforma productiva de México
Esto resulta fundamental en un país como México, en el cual, según datos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), aún existen un aproximado de 32,000 poblados en el país pendientes de electrificar. Por ello, en el camino de la soberanía energética en México, mejorar las redes de media y baja tensión tiene el potencial de incrementar la estabilidad de la red eléctrica.
En este sentido, empresas estatales como Pemex o la CFE, a través de un suministro optimizado, ampliarían sus capacidades a la par de reducir costes y riesgos a mediano y largo plazo. Sobre todo, en complejos productivos remotos, la optimización de la red también puede impulsar menores costes en mantenimiento y, a su vez, una mayor autonomía en el funcionamiento de estas instalaciones.
En el caso de las entidades privadas involucradas en el sector eléctrico, es indispensable una segura y confiable red eléctrica de media y baja tensión. Esto debido a que les otorga mayores posibilidades de concentrar sus actividades hacia la innovación tecnológica.
Dicha innovación, tanto en el sector público como en el privado, se vuelve necesaria en un contexto de transición energética. No sólo para caminar hacia fuentes y procesos más limpios de generación, distribución y consumo energético, sino también para que la red fortalezca su adaptabilidad ante la emergencia climática.