El precio de la mezcla mexicana regresó el miércoles a terreno negativo, para cerrar por debajo de los 70 dólares, desestimulado por una toma de ganancias, tras alcanzar un máximo de 33 meses.
Los precios del petróleo retrocedieron 2% por los reportes de que la OPEP y sus aliados estaban cerca de un acuerdo. Reporte sugieren que la OPEP+ había alcanzado un acuerdo para ajustar su política petrolera en el último trimestre del año.
Sin embargo, los mercados se mantienen a la expectativa de la variante Delta, una cepa más agresiva que Covid-19, que podría moderar la recuperación de la economía mundial.
Ese contexto, de acuerdo con Pemex, el precio de la mezcla mexicana de exportación perdió 1.71 dólares, es decir, 2.41%, para cerrar en 69.22 dólares. Ayer concluyó en 70.93 dólares por barril, su precio más alto desde octubre de 2018.
A pesar de ajuste, la mezcla mexicana acumula una ganancia de 48% en lo que va del año; con respecto a su precio de 47.16 dólares de cierre de 2020.
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En Londres, el contrato del crudo Brent descendió 1.73 dólares, o 2.26%, para cerrar en 74.76 dólares el barril, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) perdió 2.12 dólares, o 2.82% para cerrar en 73.13 dólares el barril.
Hace una semana, el crudo Brent repuntó hasta 77.84 dólares, su nivel más alto desde octubre de 2018; mientras que el crudo WTI escaló hasta 76.98 dólares, su nivel más alto desde noviembre de 2014.
El petróleo cayó inicialmente después de que Reuters informó que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) llegaron a un acuerdo. El compromiso que debería desbloquear un acuerdo del grupo OPEP+ para elevar los suministros mundiales de petróleo, conforme el mundo se recupera de la pandemia.
Asimismo, los precios profundizaron la baja después de conocer que la demanda de gasolina disminuyó considerablemente la semana pasada en Estados Unidos.
Si bien los inventarios de crudo disminuyeron más de lo esperado, en su octava caída semanal consecutiva; la reducción se vio eclipsada por una menor demanda de combustibles, un termómetro de la salud de la economía estadounidense.