Una decisión judicial en Europa y el voto de inversionistas en los Estados Unidos envían un mensaje contundente para el petróleo. Dice el banco suizo Julius Baer.
Dicho mensaje refleja el espíritu de la época actual. El negocio del petróleo está bajo presión para acelerar sus esfuerzos; para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, producir menos petróleo no reduce las emisiones. Consumir menos sí lo hace.
Desde esa perspectiva, los titulares de la semana pasada se sienten predominantemente dirigidos a ciertas sensibilidades. Un fenómeno que domina muchos de los debates de hoy.
La transición energética está en pleno apogeo, tal vez con más impulso del que la mayoría se atreve a darse cuenta.
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Eventos como el de la semana pasada podrían impulsar marginalmente esta tendencia. Consideramos que la transición energética depende de la velocidad con la que la energía limpia y los automóviles eléctricos se están volviendo populares. Porque son productos rentables, convenientes y cool.
Los avances en la tecnología y los costos de las baterías, y las mejoras previsibles que se producirán en los próximos años, parecen apuntar a acelerar la transición en esta década.
Así, la energía limpia y los automóviles eléctricos han evolucionado en su ciclo hasta una etapa en la que el apoyo público ya no juega un papel importante.
Curiosamente, la administración de Biden evitó implementar una herramienta que está probada para lidiar con las emisiones de manera efectiva, eficiente; que fortalecería los esfuerzos de Estados Unidos en esta dirección.
La movilidad del futuro
El establecimiento de precios a las emisiones de carbono. La Comisión Europea, mientras tanto, todavía concede exenciones sustanciales de precios del carbono a las industrias de alto consumo de energía.
Por el momento, mantenemos nuestra preferencia por el tema de la movilidad del futuro debido a la dinámica de negocio subyacente. Incluido el rebote del consumo; su efecto en las ventas de automóviles. Y los riesgos comerciales subestimados en energía limpia.
Mientras tanto, el debate de las emisiones netas cero parece estar a toda marcha y podría merecer más humildad.
En promedio, alrededor del 80% de la huella de carbono del petróleo proviene de su quema. Por ejemplo, en automóviles y aviones.
El resto proviene de la producción, refinación y transporte, explican en un banco privado suizo.