Por Fluvio Ruíz Alarcón. El pasado 14 de julio, la calificadora Fitch Ratings ubicó a Petróleos Mexicanos (Pemex) en una categoría crediticia de B+ con perspectiva negativa.
El argumento de Fitch Rating fue que la producción de petróleo crudo de Pemex no aumentará significativamente y que la reciente serie de accidentes levantaba dudas sobre su eficiencia operativa, seguridad industrial y protección ambiental.
Asimismo, hizo énfasis en la incertidumbre alrededor de la capacidad del gobierno para mejorar la liquidez de Pemex, así como su estructura de capital en los próximos dos años. Y es que, si bien su deuda ha disminuido gracias al apoyo gubernamental, aún se mantiene muy elevada:107,387 millones de dólares (1.94 billones de pesos).
El saldo actual de la deuda de Pemex es 220,000 millones de pesos (10.1%) menor al registrado al cierre de 2022 (2.16 billones de pesos), sin embargo, Pemex deberá amortizar el 16.9% de su deuda financiera entre el 1 de abril y el 31 de diciembre de 2023.
Esto significa que en ese plazo la petrolera deberá pagar 329,100 millones de pesos (18,200 millones de dólares) para hacer frente a sus obligaciones financieras.
Asimismo, en el periodo que va del 1 de enero de 2024 al 31 de marzo de 2027, Petróleos Mexicanos deberá pagar 623,600 millones de pesos (34,400 millones de dólares), cantidad equivalente al 32.1% de su deuda total.
Aunque desde abril de 2022, Pemex se ha hecho enteramente cargo del pago de su deuda, estos montos aun adosal descenso de su calificación crediticia, abren la posibilidad de que el gobierno vuelva a apoyar a la petrolera con el pago de las amortizaciones.
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Independientemente de los análisis que hacen las calificadoras, en el terreno operativo, Pemex debe enfrentar con gran decisión, compromiso y responsabilidad, el hecho de que el índice de frecuencia de accidentes, pasó de 0.37 a 0.58, entre el primer trimestre de 2022 y el correspondiente de 2023: un incremento del ¡56.7%!
Asimismo, el índice de gravedad se incrementó notablemente, al pasar de11 a 32 días en ese mismo lapso: un muy preocupante aumento del ¡190%!
Más allá de lo coyuntural, requerimos de una profunda revisión del modelo económico y del papel que en él debe jugar el sector petrolero, en el contexto de la transición energética y el combate al cambio climático.
Necesitamos repensar el diseño institucional del sector, la importancia y formas de participación en él de las empresasdel Estado, la mejor organización de estas para cumplir el reto de la transición, el lugar de la inversión privada y las políticas industrial, ambiental, económica, fiscal y de desarrollo territorial; que den coherencia de conjunto a este objetivo fundamental.
La construcción de un sector petrolero para el futuro requiere del papel activo del Estado, una nueva arquitectura institucional y una política petrolera que comprenda las tres componentes de la sustentabilidad energética, definidas por el Consejo Mundial de la Energía: seguridad energética, sustentabilidad ambiental y equidad en el acceso dela población al uso de la energía.
Pemex ya no debe ser tan solo un factor de generación de ingresos fiscales, sino también un importante agente de sustentabilidad ytransición energética; industrialización y desarrollo regional; mejora y redistribución del ingreso e impulso a la investigación científica y el desarrollo tecnológica.