Por Aldo Santillán: La eficiencia energética se ha posicionado en el centro de las políticas globales, reconocida por su papel crucial en la seguridad y asequibilidad energética y en la aceleración de las transiciones hacia energías limpias.
Sin embargo, este enfoque se enfrenta a un reto significativo: la desaceleración del progreso en la intensidad energética global, un indicador principal de la eficiencia energética de la economía mundial.
En 2023, se observó una disminución en la tasa de mejora de la intensidad energética a 1.3%. Inferior a las tendencias a largo plazo y por debajo del 2% registrado el año anterior. Esta reducción se debe principalmente al aumento en la demanda de energía, que fue del 1.7% en 2023, comparado con el 1.3% del año pasado.
A pesar de esta tendencia global, algunos países y regiones han logrado avances significativos, gracias a una acción política decidida. Mayores inversiones y cambios en el comportamiento del consumidor. La Unión Europea y Estados Unidos, junto con otras naciones como Corea, Turquía y el Reino Unido, han registrado mejoras notables en su eficiencia energética, con aumentos que van del 4% al 14%.
En 2023, se intensificó el impulso global para duplicar la tasa de progreso en eficiencia hasta alcanzar un 4%. Lo que podría reducir las facturas energéticas actuales en un tercio en los países avanzados y contribuir al 50% de las reducciones CO2 para 2030. Esto se refleja en un aumento del 45% en la inversión anual en eficiencia energética desde 2020. Impulsando especialmente el crecimiento de los vehículos eléctricos y las bombas de calor.
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Sin embargo, el impacto de las nuevas políticas gubernamentales, regulaciones y programas de ahorro energético. Así como el nivel sin precedentes de inversiones en tecnologías más eficientes, no siempre son inmediatos. Las ganancias en eficiencia y el progreso en la intensidad energética se materializan a lo largo de los años. A pesar de esto, se espera un 2023 excepcionalmente alto en la Unión Europea, con un avance del 5%, y un 4% en Estados Unidos.
En 2023, el mundo también experimentó su año más cálido registrado, impulsando la necesidad de enfriamiento y reduciendo la necesidad de calefacción. Esto ha llevado a un aumento en la demanda de aire acondicionado y ha presionado los sistemas eléctricos, requiriendo inversiones sustanciales en infraestructura de red y generación de energía.
En resumen, la eficiencia energética se erige como una pieza clave en la transición hacia un futuro energético sostenible. Enfrentando el desafío de la desaceleración global en la intensidad energética.