El gas natural vehicular dominará por encima de los vehículos eléctricos.
Por Rubí Alvarado
La lista de los retos energéticos, a resolver por parte del próximo gobierno, es demasiado amplia, y lo más importante es que, después del 1 de julio, no se puede tomar a la ligera. Será necesario que quien gane, pase de su discurso de campaña, a uno real. Para ser honestos, el de los 4 candidatos dista de serlo.
Tomaré 2 ejemplos. La política energética de la izquierda está llena de propuestas que hoy ya se están ejecutando, y que incluso están contempladas en la legislación, como la inclusión de fuentes renovables en la generación eléctrica. La mayoría de sus consideraciones: o son políticas actuales, o son irreales.
El segundo ejemplo, del candidato más joven, radica en la visión de que los vehículos eléctricos predominarán hacia 2024 y por ello no se necesitan más refinerías. El tema de las refinerías lo abordaré en otro momento, sin embargo, lo relacionado a los autos está totalmente alejado de la realidad. México pasará por una importante transición, en la cual, al menos durante los próximos 25 años, los autos eléctricos seguirán ocupando una mínima parte del parque vehicular; me atrevo a apostar que no pasará del 6%, si acaso, y siendo excesivamente optimista.
La razón es simple: costos. No sólo de compra, sino de mantenimiento y de sus refacciones. Por el contrario, serán los vehículos de gas natural los que mayor crecimiento presenten, especialmente para el transporte público y uso de flotillas. La justificación es la misma: el precio. Además, como combustible, el gas natural es mucho más barato en comparación con la gasolina, de 55% a 70%.
La gran disponibilidad de gas natural en el mercado global, su bajo costo y los beneficios ambientales, son de los factores principales para su exponencial crecimiento. En este sentido, tengamos en cuenta que Estados Unidos será un exportador neto a partir de 2020, teniendo como principales clientes a Canadá y México.