El sector energético atraviesa una transformación radical. El paradigma clásico basado en “seguridad, accesibilidad y sostenibilidad” ha cedido terreno a un nuevo escenario dominado por “aranceles, comercio y competencia”, configurando una realidad donde las políticas energéticas son, cada vez más, la piedra angular para promover el desarrollo industrial y la creación de empleos.
Este cambio de paradigma fue el eje central de la conferencia “Tariffs, Trade and Competition: The new nexus”, celebrada durante CERAWeek, evento clave para los líderes globales del sector energético. Expertos como Thomas E. Donilon, Chairman del BlackRock Investment Institute y exasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y Ditte Juul Jørgensen, directora general de Energía de la Comisión Europea, analizaron cómo esta nueva dinámica moldeará la transición energética global.
Una nueva realidad energética
Para Thomas E. Donilon, la coyuntura actual refleja un entorno internacional en el que la seguridad, asequibilidad y sostenibilidad, elementos tradicionales del discurso energético, ahora comparten protagonismo con la necesidad de proteger industrias nacionales mediante mecanismos como tarifas y barreras comerciales. Según Donilon, “los gobiernos y las industrias se enfrentan a la realidad de que deben crear y preservar empleos para sobrevivir políticamente, lo cual influirá directamente en la mezcla energética global”.
Esta nueva competencia, según Donilon, podría empujar a algunos países hacia una mayor dependencia de los hidrocarburos o bien impulsar agresivamente el desarrollo de energías renovables, dependiendo de los objetivos industriales y las ventajas competitivas nacionales. En cualquier caso, señala, “el gas y el GNL seguirán siendo elementos clave de estabilidad por mucho tiempo”.
La experiencia europea: Competencia y autonomía estratégica
Desde la perspectiva europea, Ditte Juul Jørgensen, Directora General de Energía en la Comisión Europea, destacó que las nuevas políticas energéticas están entrelazadas íntimamente con políticas comerciales y de competencia que buscan garantizar tanto la independencia energética como la competitividad industrial. Jørgensen enfatizó que “Europa está enfocada en asegurar cadenas de suministro críticas mientras impulsa una transición energética justa y competitiva”. En este contexto, explicó que Europa busca equilibrar tarifas protectoras con la promoción de energías limpias, consciente de que estas decisiones afectan directamente el mercado laboral y la estabilidad económica.
Retos económicos y tecnológicos
Donilon también abordó la perspectiva económica, destacando que el mundo se enfrenta en el corto plazo a presiones inflacionarias significativas debido a la escasez de mano de obra en sectores esenciales como agricultura y construcción. Mencionó específicamente que “en los próximos seis a nueve meses veremos una inflación más elevada derivada de la escasez de trabajadores en sectores críticos”.
Sin embargo, proyectó un escenario deflacionario a largo plazo, impulsado por el auge de la inteligencia artificial (IA) y la robótica, tecnologías que, a su juicio, transformarán radicalmente el mercado laboral global, generando eficiencias operativas importantes, pero también profundas implicaciones sociales: “La IA y la robótica reducirán significativamente la demanda laboral en numerosos sectores, lo que exigirá ajustes sociales importantes y una cooperación estrecha entre el sector privado y los gobiernos”.
Pragmatismo energético y retos tecnológicos
Al hablar de la transición energética, Donilon destacó la necesidad de un enfoque pragmático, que reconozca las limitaciones tecnológicas y económicas actuales. “Cualquier tecnología de descarbonización hoy en día es altamente inflacionaria debido al costo asociado. Tenemos que trabajar juntos, sector público y privado, para reducir estos costos”, afirmó. Citó específicamente ejemplos como el hidrógeno verde, resaltando su alto costo actual como barrera principal para su adopción masiva.
Donilon también abordó la importancia del gas natural y la generación despachable en un contexto donde la demanda energética de los centros de datos podría representar hasta el 12% del consumo eléctrico en Estados Unidos para 2030. Ante esta realidad, subrayó la importancia de “modernizar y robustecer la infraestructura energética mediante capital privado”, enfatizando que la prioridad actual de las empresas es garantizar el acceso confiable a la energía, independientemente de la fuente.
La importancia estratégica del capital privado
Donilon planteó la creciente relevancia del capital privado para enfrentar desafíos de infraestructura energética. Destacó cómo BlackRock, con un portafolio global valorado en 11 billones de dólares, juega un papel clave en este aspecto, especialmente tras anunciar alianzas estratégicas para construir y administrar infraestructura energética y logística crítica.
Un caso reciente destacado por Donilon fue la adquisición de 44 puertos por parte de BlackRock, en colaboración con socios estratégicos internacionales. Explicó que este movimiento demuestra cómo el capital privado está cubriendo necesidades críticas en infraestructura logística mundial, asegurando flujos comerciales y estabilidad económica global. “Es un ejemplo claro de cómo el capital privado puede trabajar junto al sector público para fortalecer la infraestructura y el comercio global”, comentó.
Europa frente al desafío energético-industrial
Por su parte, Ditte Juul Jørgensen resaltó cómo Europa está respondiendo al nuevo contexto global, reconociendo que la interdependencia entre energía, industria y comercio requiere políticas integradas. “La transición energética es una oportunidad para reforzar nuestra competitividad industrial, pero debemos gestionar cuidadosamente cómo implementamos tarifas para no perjudicar nuestra propia competitividad a largo plazo”, indicó.
Asimismo, destacó que Europa está invirtiendo significativamente en tecnologías renovables, pero con plena conciencia de las barreras actuales en términos de costos. El reto, según Jørgensen, está en lograr “una transición energética acelerada pero financieramente sostenible”, equilibrando las metas climáticas con la necesidad imperiosa de mantener la competitividad industrial frente a otros mercados globales.
Un futuro marcado por el pragmatismo
La conferencia dejó claro que el nuevo enfoque hacia “tarifas, comercio y competencia” podría ser determinante en la dirección y ritmo de la transición energética global. Tanto Donilon como Jørgensen coincidieron en la importancia de un enfoque pragmático y adaptativo para enfrentar los retos que presenta esta nueva dinámica.
Finalmente, quedó patente que la alianza entre gobiernos y el sector privado será fundamental para navegar con éxito este nuevo entorno, donde el pragmatismo, más que la ideología, definirá el futuro energético global.
Te puede interesar: Chris Wright en CERAWeek: La nueva dirección energética de Estados Unidos