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Integración Norteamericana: Comercio, Energía y Seguridad en la Encrucijada

Integración Norteamericana: Comercio, Energía y Seguridad en la Encrucijada
Integración Norteamericana: Comercio, Energía y Seguridad en la Encrucijada

 

Por Rubí Alvarado

 

Justo en un momento en el que la región se prepara para la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026, CERAWeek presentó la conferencia Comercio, Energía y Seguridad en Norte América.

 

El eje de la discusión giró en torno a la importancia de la integración regional como motor de competitividad global, los desafíos energéticos que se avecinan y cómo las tensiones comerciales y de seguridad podrían moldear los próximos años. Los panelistas (Carlos Pascual, Senior Vice President, Geopolitics and International Affairs of S&P Global; Abraham Zamora, President and Chief Sustainability Officer and Chief External Affairs Officer of Sempra Infrastructure Mexico; Ernie Thrasher, Chief Executive Officer of Xcoal Energy & Resources; Mauricio Del Valle, Chief Executive Officer of Saavi; Greg Ebel, President, Chief Executive Officer & Director of Enbridge Inc) coincidieron en que la colaboración es indispensable para que América del Norte conserve —e incluso fortalezca— su liderazgo económico y geopolítico.

 

El contexto de la integración económica

 

Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y su posterior actualización al T-MEC, el comercio en la región se ha multiplicado y ha contribuido a la generación de empleos mejor remunerados. Tal y como lo planteó Carlos Pascual, Senior Vice President, Geopolitics and International Affairs de S&P Global: “La consolidación de América del Norte como economía integrada ha impulsado la competitividad de Estados Unidos, México y Canadá. Mantener ese liderazgo depende de las decisiones que se tomen en comercio, energía y seguridad, especialmente ahora que se acerca la revisión del T-MEC en 2026”.

 

Los panelistas coincidieron en que el panorama global, marcado por crecientes tensiones geopolíticas, escasez de minerales críticos y la búsqueda de reducir riesgos en las cadenas de suministro, ha vuelto más urgente reafirmar el compromiso de los tres países con la integración. “Debemos creer en la existencia de algo llamado Norteamérica. Si no lo hacemos, perderemos la oportunidad de proyectar nuestra fortaleza conjunta en el escenario global”, enfatizó Mauricio Del Valle, Chief Executive Officer de Saavi, empresa con presencia binacional en la industria energética.

 

El libre comercio entre los tres países no solo ha incentivado la cooperación industrial y la innovación, sino que también ha contribuido a regular los flujos migratorios. Según Abraham Zamora, President and Chief Sustainability Officer y Chief External Affairs Officer de Sempra Infrastructure México, hubo años en que “la migración neta entre México y Estados Unidos fue negativa, precisamente porque se crearon mejores empleos en México debido al comercio creciente”. La interconexión, por tanto, no es solo económica sino también social, atando la política migratoria al desempeño de la industria manufacturera y energética a ambos lados de la frontera.

 

El papel de la energía en la competitividad regional

 

Uno de los temas centrales fue la creciente necesidad de energía para sostener el desarrollo industrial y la transformación digital de las cadenas productivas de la región. Greg Ebel, President, Chief Executive Officer & Director de Enbridge Inc., subrayó que “los tres países están esperando un gran incremento en la actividad económica, lo cual se traducirá inevitablemente en una mayor demanda de energía”.

 

En este contexto, se analizó el rol de las distintas fuentes energéticas —renovables, gas natural y carbón— en la matriz de generación y cómo las políticas públicas pueden acelerar u obstaculizar esta combinación. Ernie Thrasher, Chief Executive Officer de Xcoal Energy & Resources, recalcó la capacidad ociosa que todavía existe en las plantas de carbón. “Muchas plantas de carbón, ahora muy por debajo de su pico, están operando apenas a un 42% de su capacidad, cuando normalmente podrían llegar a un 72%. En teoría, esto podría incrementar la oferta de carbón disponible y la generación de energía sin requerir inversiones de capital gigantescas, pues la infraestructura ya está ahí”.

 

Carbón, un tema controvertido

 

Sin embargo, aumentar la participación del carbón sigue siendo un tema controvertido, particularmente en un entorno donde el impulso a las renovables y la transición energética busca reducir emisiones de CO₂. Para Thrasher, no se trata de elegir entre una fuente y otra, sino de “reconocer que existe capacidad instalada en el carbón para responder a la demanda, siempre y cuando las políticas lo permitan”. Esto abre el debate sobre la coherencia entre las metas de descarbonización y la seguridad energética inmediata, un dilema que se agrava cuando sube el costo del gas o si se presentan cuellos de botella en la implementación de proyectos renovables.

 

Ebel también aportó un matiz relevante respecto al gas natural: “En algunos estados y provincias, estamos viendo decisiones regulatorias que apuntan a añadir capacidad de gas, mientras que al mismo tiempo se plantean objetivos de energías renovables a largo plazo. La clave es la señal que envía el regulador y si esto hace sentido económico para las empresas y para los consumidores”.

 

Disputas comerciales, inmigración y seguridad

 

La relación entre tensiones comerciales, migración y seguridad nacional fue otro de los temas álgidos. Abraham Zamora recordó cómo la imposición de aranceles elevados por parte de un país puede desincentivar las inversiones y, a largo plazo, perjudicar precisamente a la nación que aplica las barreras. “Si México cayera en recesión por la imposición de altos aranceles a sus exportaciones —imaginemos un 25%—, esto podría derivar en un nuevo incremento migratorio hacia Estados Unidos, algo que irónicamente choca con las intenciones de frenar la migración”, explicó.

 

Carlos Pascual apuntó: “Las cuestiones de comercio, seguridad nacional e incluso migración hoy están todas entrelazadas. Estados Unidos, México y Canadá deben ser conscientes de que las políticas arancelarias o de restricción de bienes no suceden en un vacío. Tienen consecuencias directas e indirectas que afectan el conjunto de la región”.

 

En un contexto de competencia estratégica con China —enfocada en controlar minerales críticos y cadenas de suministro—, la unión norteamericana también se presenta como un baluarte de seguridad económica. “Si se fragmenta la integración, si nos separamos, debilitamos la competitividad regional y, en consecuencia, la seguridad nacional”, advirtió Thrasher. “En última instancia, la economía determina la seguridad y, si dañamos ese modelo económico, impactamos la capacidad de proyectarnos como bloque ante otros actores globales”.

 

Mirando hacia la revisión del T-MEC

 

La actualización del TLCAN al actual T-MEC puso al día varias disposiciones, pero la próxima gran discusión llegará en 2026, cuando el acuerdo sea revisado formalmente. Para los participantes de CERAWeek, la certidumbre que aporte esta revisión será clave en la atracción de inversiones energéticas y en la definición de las reglas de juego para el comercio transfronterizo.

 

Mauricio Del Valle enfatizó la necesidad de conservar “los pilares básicos del acuerdo, para que la movilidad de bienes y servicios siga siendo fluida. Podemos ajustar cláusulas o disposiciones específicas, pero es fundamental que el marco general permanezca”. De este modo, se garantizaría el entorno adecuado para la inversión en generación y transmisión de energía, así como para la manufactura y otros sectores clave.

 

Al respecto, Del Valle señaló: “Al final, lo que ha sostenido el crecimiento en la región es la convicción de que, juntos, podemos atraer más capital y generar empleos mejor pagados. Esta revisión del T-MEC es una oportunidad para cerrar disputas y darle a Norteamérica la certeza que requiere frente a la competencia global”.

 

Por su parte, Greg Ebel expresó optimismo respecto a la voluntad política de las tres naciones para mantener y reforzar el acuerdo: “Una vez que pasen algunos ciclos electorales, creo que Estados Unidos, México y Canadá tendrán la gente y la disposición adecuada para tomar decisiones que beneficien a la región. A fin de cuentas, contamos con enormes recursos energéticos y alimentarios que, si se gestionan de manera conjunta, nos darán una fortaleza competitiva inigualable”.

 

Energía y estrategia global

 

La conferencia también exploró el impacto de las cadenas de suministro y los minerales estratégicos. China mantiene un fuerte control sobre la producción y transformación de elementos críticos para tecnologías renovables y dispositivos electrónicos. Si América del Norte aspira a competir con el gigante asiático, la integración se vuelve indispensable para garantizar la extracción, procesamiento y manufactura en la región.

 

Sobre este punto, Pascual recordó: “La tensión con China no solo tiene que ver con aranceles; también implica un aspecto fundamental en el acceso a minerales estratégicos y tecnología de punta. Un Norteamérica integrado podría diversificar o reubicar cadenas de suministro vitales, por ejemplo, en el ámbito de las tierras raras, y proyectar esa fortaleza al resto del mundo”.

 

Reflexiones finales

 

Quedó claro que, a pesar de los altibajos y las diferencias políticas, el consenso entre los líderes del sector es que la integración de Norteamérica constituye una ventaja competitiva que resulta más necesaria que nunca. El crecimiento de la demanda energética en la región —impulsado por la recuperación económica, la digitalización y la transición energética— exige que las decisiones de política pública y de inversión se tomen de manera coordinada.

 

“El futuro de América del Norte dependerá de cuán rápido y cuán inteligentemente podamos aprovechar nuestros recursos”, comentó Abraham Zamora. La oportunidad de rectificar tensiones y robustecer el acuerdo comercial se asoma como la ocasión para brindar mayor certidumbre regulatoria a las empresas que apuestan a largo plazo en la región. Y en un mundo cada vez más volátil, la estabilidad es un activo sumamente valioso.

 

Ernie Thrasher lo sintetizó así: “Si estamos unidos, podemos abastecer de energía y alimentos a buena parte del planeta. Si nos dividimos, perderemos fuerza ante potencias como China. El T-MEC y la cooperación no son meros instrumentos de comercio, sino un pilar de la seguridad nacional y la competitividad global de nuestros países”.

 

La expectativa de los panelistas es que la revisión del T-MEC en 2026 se convierta en un catalizador de buenas noticias para quienes, en el sector industrial y energético, confían en la sólida integración regional. Así lo planteó Carlos Pascual: “Cuanto mayor sea la claridad que obtengamos sobre los parámetros del comercio en Norteamérica, mayor será la confianza de inversionistas y empresas. Y así nos fortaleceremos como bloque”.

 

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Norteamérica se ha convertido en un hub manufacturero y energético de talla global, y el futuro depende de la voluntad política y la visión estratégica para mantener la cooperación. El mundo observa con atención cómo Estados Unidos, México y Canadá gestionarán sus desafíos compartidos en materia de migración, seguridad y energía. De la eficacia de esa gestión dependerá no solo la prosperidad inmediata, sino el liderazgo geopolítico de la región en las próximas décadas.

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