La generación distribuida (GD) ha emergido como un componente esencial en la transformación energética de México. Este esquema, que permite la producción de electricidad cerca del punto de consumo, ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Convirtiéndose en una herramienta clave para enfrentar los desafíos del cambio climático, mejorar la eficiencia energética y democratizar la producción de energía.
Crecimiento Exponencial de la Generación Distribuida
El avance de la generación distribuida en México ha sido notable. Entre 2017 y 2023, la capacidad instalada de GD creció casi 12 veces, reflejando la creciente adopción de tecnologías renovables, especialmente la solar fotovoltaica. En términos de capacidad instalada, México alcanzó en 2024 los 3,891 MW distribuidos en 460,896 contratos de interconexión, un logro significativo que subraya la importancia de este sector en la matriz energética del país.
El aumento de la GD es un reflejo de la adopción tecnológica; también es muestra de la respuesta a la creciente demanda de soluciones energéticas sostenibles y resilientes. Estados como Jalisco, Nuevo León y Chihuahua lideran este crecimiento, concentrando más de un tercio de la capacidad instalada en el país.
Impacto Económico y Ambiental
La generación distribuida contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, ofrece beneficios económicos significativos. Las empresas que adoptan GD pueden reducir drásticamente sus costos operativos. Por ejemplo, proyectos desarrollados por empresas especializadas han logrado disminuir en más del 95% la factura eléctrica de compañías del sector manufacturero, lo que demuestra el potencial económico de este esquema.
Además, la inversión en GD ha sido considerable. Solo en 2022, la inversión acumulada en GD alcanzó los $3,522 millones de dólares, un indicio de la confianza del sector privado en esta tecnología. Este crecimiento ha sido impulsado por la necesidad de las empresas de cumplir con sus objetivos de sostenibilidad y eficiencia energética, en un contexto de tarifas eléctricas al alza.
Desafíos y Oportunidades
A pesar de los avances, la GD en México enfrenta varios desafíos. La regulación sigue siendo un tema crítico. Actualmente, la capacidad máxima permitida para GD es de 0.5 MW, un límite que muchos expertos consideran restrictivo dado el avance tecnológico y la creciente demanda de mayor capacidad de generación. Ampliar esta ventana de capacidad podría ser una solución para fomentar una mayor adopción de la GD, especialmente en sectores industriales.
Otro desafío es la necesidad de una mejor coordinación entre los recursos energéticos distribuidos (REDs) y las empresas de servicios públicos. A medida que la penetración de estos recursos aumenta, es crucial implementar políticas y estándares que permitan una integración eficiente y segura al sistema eléctrico nacional.
La generación distribuida en México no es solo una tendencia pasajera, sino una transformación profunda y duradera del panorama energético del país. Con un crecimiento continuo y un impacto positivo tanto en el ámbito económico como en el ambiental, la GD se posiciona como un pilar fundamental en la transición hacia un sistema eléctrico más sostenible y eficiente. Sin embargo, para capitalizar plenamente sus beneficios, es necesario abordar los desafíos regulatorios y de coordinación que aún persisten, así como promover un marco de políticas que apoye su expansión a nivel nacional y local.
Impacto Global
La generación distribuida (GD) ha sido adoptada globalmente con diversas mejores prácticas que destacan por su innovación y éxito en la implementación.
Alemania: Energía Solar en Tejados Residenciales
Alemania ha sido pionera en la adopción de la generación distribuida, especialmente con la instalación de paneles solares en tejados residenciales y comerciales. Gracias a políticas como las tarifas de alimentación (feed-in tariffs), los propietarios pueden vender el exceso de energía solar generada a la red nacional, lo que incentiva la adopción masiva de sistemas fotovoltaicos distribuidos.
Esta estrategia ha permitido que un gran número de hogares generen su propia electricidad, reduciendo la dependencia de fuentes energéticas centralizadas y disminuyendo las emisiones de CO₂. Alemania cuenta con más de 1.6 millones de sistemas solares distribuidos.
Estados Unidos: Microrredes en Comunidades
En Estados Unidos, se ha promovido la creación de microrredes que funcionan independientemente de la red eléctrica principal. Un ejemplo es la microrred de la Universidad de California en San Diego, que combina generación solar, almacenamiento de baterías y cogeneración para proporcionar energía a todo el campus.
Estas microrredes han mejorado la resiliencia frente a cortes de energía y desastres naturales, al mismo tiempo que han reducido los costos energéticos para los usuarios. Además, permiten una mayor integración de energías renovables y optimización del uso de recursos locales.
Dinamarca: Energía Eólica Comunitaria
Dinamarca ha sido un líder mundial en energía eólica, especialmente en proyectos comunitarios de generación distribuida. Las comunidades locales invierten en aerogeneradores y participan directamente en la gestión y beneficios de los parques eólicos.
Este modelo ha permitido a Dinamarca generar más del 50% de su electricidad a partir del viento, con una fuerte participación ciudadana. La generación distribuida eólica ha promovido la sostenibilidad energética y ha aumentado la aceptación social de los proyectos de energía renovable.
Japón: Generación Distribuida Post-Fukushima
Después del desastre de Fukushima en 2011, Japón impulsó la adopción de la generación distribuida, enfocándose en la energía solar y las microrredes en áreas urbanas y rurales. Esto incluyó incentivos para la instalación de sistemas solares en hogares y edificios comerciales.
Japón ha aumentado significativamente su capacidad de generación distribuida, mejorando la seguridad energética del país y disminuyendo su dependencia de las importaciones de combustibles fósiles.
Estas mejores prácticas demuestran cómo la generación distribuida puede adaptarse a diferentes contextos y necesidades, promoviendo la sostenibilidad, la resiliencia energética y la participación comunitaria a nivel global.
La generación distribuida en México es un ejemplo claro de cómo la innovación tecnológica y la adaptación regulatoria pueden converger para crear un futuro energético más resiliente y sostenible.