Estrategias para el gas en un mercado dinámico
Por Rubí Alvarado
El gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos está listo para desempeñar un papel determinante en la transición energética mundial. Con exportaciones que se espera se dupliquen en los próximos cinco años, se proyecta que esta expansión genere cerca de medio millón de empleos anualmente, que aporte alrededor de 1.3 billones de dólares al PIB para 2040 y acelere la descarbonización en múltiples regiones.
Sin embargo, tal crecimiento enfrenta retos de índole regulatoria, de infraestructura y de percepción pública que, de no resolverse, podrían frenar el potencial transformador del gas natural.
El gas natural: de combustible puente a pilar de la transición
Tradicionalmente, el gas natural ha sido considerado un combustible puente para transitar hacia energías renovables. No obstante, la percepción actual en buena parte de la industria está cambiando. Durante su participación en CERAWeek en el panel “Estrategias para el Gas en un Mercado Dinámico”, Michael Smith, fundador y director ejecutivo de Freeport LNG, hizo hincapié en la nueva realidad del sector: “Hace un par de años nadie hablaba de gas natural en estos foros. Todo giraba en torno a energías renovables. Hoy vemos que el gas no solo es un combustible de transición, sino la base de carga necesaria para sostener el crecimiento energético y la descarbonización”.

Esta visión ubica al gas natural como un recurso clave para la confiabilidad del sistema eléctrico y la sustitución de combustibles más contaminantes como el carbón y el diésel. A pesar de los avances renovables, el gas ofrece la flexibilidad y estabilidad de la que muchos países aún carecen. La revalorización del gas también tiene implicaciones socioeconómicas: Smith subrayó el efecto directo en las comunidades locales gracias a la creación de empleo, la generación de impuestos y la posibilidad de suministrar un energético más limpio que, en muchos casos, desplaza el uso de carbón.
El auge del GNL en Estados Unidos
La perspectiva de duplicar la capacidad de exportación de GNL de Estados Unidos antes de 2026 se traduce en un crecimiento exponencial de proyectos en fase de toma de decisión final (FID, por sus siglas en inglés). Daniel Yergin, vicepresidente de S&P Global y reconocido analista energético, destacó la magnitud de este fenómeno al referir que “la industria de GNL en Estados Unidos es hoy más grande que las exportaciones nacionales de maíz e incluso que buena parte de la industria cinematográfica de Hollywood. Es un salto que hace diez años era impensable”.

Eric Eyberg, jefe de Consultoría Global de Gas y Energía Eléctrica de S&P Global, presentó un estudio reciente que cuantifica este avance: “En menos de una década, pasamos de un nivel prácticamente nulo de exportaciones de GNL a liderar el mercado mundial. Hallamos que esto genera un impacto de 400 mil millones de dólares en el PIB en la actualidad y más de 270,000 empleos. Hacia 2040, la cifra podría superar 1.3 billones de dólares, con cerca de 500,000 puestos de trabajo anuales vinculados a la cadena de valor del GNL”.

El estudio también puntualiza que el crecimiento no se concentrará únicamente en los estados productores de gas: 37% de los empleos y 30% del PIB adicional impactará regiones sin extracción de hidrocarburos, reflejando el carácter nacional de la cadena de suministro. Además, se estima que el desarrollo del GNL estadounidense ha jugado un papel determinante en la seguridad energética de Europa, al suplir hasta 42% de la brecha ocasionada por la disminución de gas ruso durante la guerra en Ucrania.
Beneficios ambientales y retos de percepción
Aunque la idea de que el GNL es un combustible “limpio” se ha puesto en duda en algunas regiones, Eyberg sostuvo que, según sus datos, “el 85% del GNL que se exportará desde Estados Unidos desplazará combustibles fósiles más contaminantes, principalmente carbón en otras partes del mundo”. Asimismo, subrayó que la industria estadounidense tiene un fuerte incentivo en mejorar la medición y monitoreo de emisiones de metano, aspecto clave para robustecer su perfil de sostenibilidad.
Michael Smith celebró estos hallazgos, declarando: “No sé en qué momento se popularizó la creencia de que el GNL era tan problemático como el carbón. Nuestro gas está desplazando combustibles más contaminantes y contribuyendo a mantener luces encendidas y hogares calientes en Europa y Asia. Es fundamental que se divulguen los datos reales para despejar la desinformación y asegurar que la opinión pública entienda los beneficios del GNL”.
Toby Rice, presidente y director ejecutivo de EQT Corporation—una de las mayores productoras de gas natural en Estados Unidos—recalcó el triple beneficio de este energético: para el planeta, para las personas y para la rentabilidad de los negocios. “Cuando damos acceso a energía asequible, la gente la usa porque mejora su calidad de vida. Este estudio lo deja claro: no solo hablamos de descarbonización, sino de generar empleos, de mejorar la competitividad industrial y de fomentar la innovación en la cadena de valor”.

El rol de la regulación y la infraestructura
Pese a los auspiciosos pronósticos, los líderes del sector reconocen importantes cuellos de botella en el ámbito regulatorio y en la construcción de infraestructura. Durante la conferencia surgió el caso del Mountain Valley Pipeline (MVP), calificado por Rice como “el gasoducto más controvertido de Estados Unidos”. Con casi ocho años de retrasos y un sobrecosto que pasó de 3,500 a 8,000 millones de dólares, la obra tuvo que ser respaldada por el Congreso para evitar su cancelación total.
“Este país tiene un problema real con la construcción de infraestructura energética. Nuestro sistema de permisos está tan fragmentado que los proyectos se pueden ver frenados repetidamente, incluso cuando ya cuentan con autorizaciones. El resultado son cuellos de botella en el suministro y costos más altos para los consumidores”, sostuvo Rice. “Llevamos décadas advirtiendo que, sin ajustes regulatorios, enfrentaríamos crisis de suministro. Pues bien, el lobo ya está aquí. Necesitamos alinear nuestras políticas para agilizar las obras y no castigar la inversión”.
En paralelo, Michael Smith señaló que la demanda europea, el auge en Asia y el consumo doméstico—impulsado por el creciente uso de la inteligencia artificial (IA) y las aplicaciones digitales—requerirán garantía de suministro: “Cuando construimos la primera ola de exportación de GNL, muchos decían que el mercado interno se quedaría sin gas o que encareceríamos el precio doméstico. Pero cada vez que el mercado ha recibido la señal de demanda, la tecnología y la eficiencia han permitido producir más gas a precios competitivos. El reto es que podamos llevar ese gas a donde se necesita”.
Perspectivas de mercado y las lecciones aprendidas
Yergin citó un cambio en las proyecciones de varios pronósticos internacionales: “Se hablaba de un exceso de oferta de GNL para 2025 o 2026, pero los mismos analistas ya están corriendo esa fecha a 2027 u 2028. Esto sugiere que la demanda global de GNL no solo crece, sino que supera las expectativas, sobre todo en regiones clave como Asia y Europa. E incluso en mercados maduros como Japón, se percibe un repunte relacionado con el impulso a los centros de datos y la IA”.
Según Smith, esto se asemeja a lo que vivió Freeport LNG en sus primeros años: “Nos decían que jamás venderíamos toda la producción a largo plazo, que no habría demanda suficiente… y mírennos ahora: vendemos cada molécula que producimos. No dudo que, con la tercera ola de proyectos de GNL, pasará lo mismo. Hay altibajos coyunturales, pero la trayectoria de fondo es de expansión”.
Por su parte, Rice resaltó que, además de la demanda, hay factores determinantes como la estabilidad y la rapidez de los permisos para las infraestructuras de transporte de gas: “Podremos tener el recurso subterráneo, pero sin gasoductos y terminales de licuefacción, no habrá forma de colocar el producto en el mercado. Si no solucionamos las trabas regulatorias y la oposición ideológica a cualquier infraestructura nueva, corremos el riesgo de caer en situaciones de emergencia energética que encarecerán las facturas y frenarán la competitividad”.
Innovación tecnológica y responsabilidad ambiental
Otro punto recurrente fue la relevancia de la innovación para optimizar costos y reducir la huella de carbono. Rice describió la trayectoria de la fracturación hidráulica y la perforación horizontal en la última década como “un ejemplo de cómo la industria adopta tecnologías que multiplican la productividad y disminuyen el impacto ambiental”. Hoy se habla de pozos con laterales que superan los 6,000 metros, fluidos de inyección más eficientes, monitoreo satelital de emisiones y digitalización de las operaciones para, en última instancia, “hacer más con menos”.
Eyberg añadió que el monitoreo constante del metano, por ejemplo con sobrevuelos y sensores de última generación, ha demostrado que “las emisiones en la Cuenca Pérmica cayeron alrededor de 28% en el periodo 2022-2023, y se espera una tendencia similar para 2024. Hay una mejora tangible que deriva tanto de la presión regulatoria como de la mejora continua de procesos y el uso de la tecnología”.
Aun así, los desafíos se mantienen en la opinión pública. Smith señaló que, si bien hay conciencia sobre la importancia de reducir emisiones, “sigue habiendo confusión en torno a la comparación entre GNL y carbón. Cuando se revisa el ciclo de vida de las emisiones, el GNL es mucho menos intensivo en carbono y otras partículas contaminantes. Pero hace falta comunicación y transparencia para que esta diferencia sea conocida y valorada”.
Mirando hacia adelante
La tendencia hacia una mayor demanda global de GNL es innegable. Estados Unidos no solo posee vastos recursos de gas, sino la capacidad de desarrollar tecnología de punta y de mejorar la eficiencia de su cadena de valor. Sin embargo, la concreción de nuevas inversiones requiere un entorno regulatorio estable y políticas que permitan la construcción expedita de infraestructura clave.
Además, los ejecutivos resaltaron la importancia de abordar los desafíos sociales y ambientales con datos y evidencias: los beneficios económicos y de seguridad energética deben complementarse con compromisos claros en cuanto a reducción de emisiones de metano y optimización de la huella de carbono en la producción y el transporte.
Daniel Yergin, moderador de la sesión, sintetizó el sentir general: “Estamos en un momento decisivo para el gas natural en Estados Unidos. La industria tiene el potencial de influir positivamente en la seguridad energética global y la descarbonización, pero para ello hace falta coherencia regulatoria, un enfoque realista de la transición energética y una valoración más completa de los costos y beneficios del GNL”.
La conferencia “Strategies for Gas in a Fast-changing Market” dejó patente que las oportunidades para el GNL son inmensas. El respaldo de inversionistas, la confianza de los clientes en mercados como Europa y Asia, así como el entendimiento de los entes reguladores, serán factores decisivos para que Estados Unidos concrete la expansión de su capacidad exportadora, fomente el desarrollo económico de sus regiones y contribuya al objetivo compartido de reducir emisiones a nivel global. Solo el tiempo dirá si la visión expresada por los líderes presentes en CERAWeek se consolida, pero los signos apuntan a que el gas natural seguirá ganando espacio en la agenda energética internacional.
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