La Epifanía en el sector energético, por Ramses Pech. Nunca vamos a hacer un país desarrollado, al no tener propia tecnología. Para hacerlo necesitamos del dinero y el conocimiento de otros.
En Mexico, si no es un asunto legal, que cause una opinión desmedida en las redes, pero que no contribuya para el futuro; es tomada en cuenta para el tiempo inmediato corto, pero lo real, y de prioridad ante los cambios reales y no virtuales en el mundo; no hacemos o tenemos un plan.
El 5 de febrero del 2020, a 22 días antes de que entrara la pandemia en forma desgarradora en nuestro país; se perdió una propuesta de ley en el purgatorio legislativo, y que hoy podría tomar relevancia para ser retomada; en vez de perder el tiempo en cambiar a la constitución, mejor discutamos a esta para tener un plan de largo plazo.
Esta ley es llamada: Planeación energética para la continuidad homogénea y que es nuestra epifanía dice :
Asimismo, México continúa realizando planes sexenales en la parte energética, ligados a las empresas productivas del Estado ante un mercado en crecimiento y demandante. Realizando cambios de administración a administración que generan incertidumbre jurídica y en los mercados.
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Igualmente, el desarrollo del sector dependerá de la cantidad de dinero que puede tener para el crecimiento de un país; en función de la inversión interna o externa que circula dentro la sociedad. Desde 1970, no ha tenido la certeza de realizar un plan de nación, ligado a una ley, donde los poderes Legislativo y Ejecutivo cumplan; la parte que corresponde de cada periodo a donde el plan ha establecido para llegar a metas específicas; que aseguren poder tener intercambio energético y no depender de otras regiones como actualmente estamos realizando.
Hoy tenemos países con un plan de largo plazo con el objetivo de tener un crecimiento económico y estabilidad; en México no estamos entendiendo que se requieren planes transexenales en el sector energético que permitan detonar los ingresos derivados de los recursos naturales; así como dotar de estabilidad financiera a los proyectos de largo plazo.
En México continuamos realizando planes anuales y sexenales que no detonan una continuidad de aseguramiento energético del país. Falta ser capaces de conceptualizar un plan ligado al crecimiento económico de acuerdo con las necesidades internas, ante un mercado demandante en crecimiento. Además de tener la oportunidad de poder realizar un cambio energético en un plazo no mayor a 20 años pero realizado con un plan conceptual no modificable por cualquier administración actual o futura.
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Esta es nuestra epifanía de revelaciones de nuestra realidad. La ley no es perfecta pero su discusión, y modificaciones pueden llegar a tener un plan con base a la herramienta que tenemos actualmente; y que es la reforma energética. Mejor perdamos el cronos, haciendo un plan en comunión, y no a un conjunto de desacuerdos ideológicos-políticos, sin una argumentación tecnológica e económica del país.
En México del total de energía consumida, solo producimos para cubrir la demanda, no más haya del 75%, y el 25% tenemos que importarlo; esto podría ampliarse en función de continuar extendiendo a los tiempos de una modernización y a la entrada en operación de nuevas plantas de energía; ya sea para su transformación o generación en fuentes secundarias, como la electricidad o combustibles.
Nuestra balanza comercial, depende de un 4 a 5% de las exportaciones que realizamos de crudo al mundo; este dinero dejarlo de tener dentro del flujo de divisas, y que es de alrededor de entre los 18 a 20 mil millones de dólares; en forma anualizada en los últimos tres años, y que pretendemos dejar de tener. Dirán, bajaremos las importaciones de combustibles, y esto compensara la balanza, pero el problema en el mediano plazo, aumentaremos; a el consumo de gas natural e petroquímicos por la falta de inversiones. Actualmente, hay una relación que por cada barril exportado, importamos 1.2 a 1.4 de derivados de crudo.
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Nuestro socio comercial, Estados Unidos, se ha dado cuenta, que el costoso apoyo de México, para aumentar el dominio del mercado de las empresas estatales de energía; podrían agotar a los recursos públicos, y dejar en cubrir a los pendientes esenciales de la sociedad, y que al mismo tiempo; desalienta a los nuevos proyectos locales o extranjeros dentro de la economía. Las inversiones podrían generar a nuevas empresas, y liberarían un espacio fiscal, para gastos más productivos en el desarrollo económico y de protección social, por parte del gobierno.
En la medida en que las exportaciones netas de energía de los Estados Unidos a México disminuyan, como resultado del objetivo de política de México de una mayor independencia de los combustibles fósiles, el superávit comercial de México con los Estados Unidos puede aumentar.
Ante todo lo anterior, existe una EPIFANIA última para México, y ha sido revelada en 2021, y al parecer no haremos caso alguna a esta.