El papel cada vez mayor del capital privado en la transición energética
Por Rubí Alvarado
La conferencia “Private Capital’s Expanding Role in the Energy Transition”, celebrada durante CERAWeek, y dirigida por Alexandra Dimitrijevic, Global Head of Research & Development en S&P Global Ratings Services, reunió a altos directivos e inversores de distintas partes del mundo para dialogar acerca de cómo el capital privado está incidiendo de manera decisiva en la evolución de la industria energética, sobre todo en Estados Unidos y Europa.

El panorama regulatorio cambiante, la creciente demanda de energía —impulsada también por la expansión de la inteligencia artificial (IA)— y el surgimiento de tecnologías renovables más eficientes, han atraído considerables volúmenes de inversión, aunque también han incrementado la volatilidad e incertidumbre en los mercados.
El auge del capital privado en la transición energética
El consenso señala que el capital privado (particularmente los fondos de private equity y private debt) ha experimentado un crecimiento notable en su participación dentro de la financiación energética. De acuerdo con Peter Gardett, Head of Research en Karbone, “en los últimos años hemos visto un gran incremento de fondos de capital privado invirtiendo en proyectos de transición energética. Esto incluye la financiación de parques solares, eólicos y, cada vez más, proyectos de baterías y tecnologías adyacentes”.

Hubo coincidencia en que la banca tradicional, así como el mercado público de deuda y renta variable, han mostrado vacilaciones o límites a la hora de apoyar proyectos que todavía se consideran de riesgo elevado. Tanto la incertidumbre regulatoria como la creciente complejidad de la cadena de valor —en parte por los cambios tecnológicos y la demanda en aumento— han llevado a que muchas empresas prefieran recurrir al capital privado, que suele presentar mayor flexibilidad y capacidad de inyectar recursos rápidamente.
Sarah Steiner, directora en Lazard, explicó: “Estos proyectos relacionados con energías renovables, baterías u otras soluciones limpias, a menudo no muestran flujos de caja positivos en el corto plazo, y además son muy sensibles a atrasos en la construcción o cambios normativos. Para un accionista público orientado al dividendo inmediato, eso puede resultar poco atractivo. En cambio, el capital privado permite estructurar financiamientos a mayor plazo, acompañados de una supervisión estrecha y un riesgo compartido”.
El panorama de la financiación: riesgos y oportunidades
Uno de los temas centrales fue la cuantificación de la demanda de capital para la transición energética. El abanico de estimaciones va desde los cientos de miles de millones hasta los billones de dólares anuales. En palabras de Peter Gardett: “Si pensamos en Estados Unidos y lo que implica la electrificación total o parcial de varios sectores, hablamos de inversiones que rondan los 500 mil millones de dólares anuales en generación eléctrica. Incluso si solo la mitad se destina a proyectos de transición energética, estamos hablando de 250 mil millones de dólares al año, una cifra enorme que no puede ser cubierta solo por el mercado público”.

La urgencia de esta financiación se ve acentuada por la creciente demanda de energía. El auge de la IA y los grandes centros de datos —sumado a la expansión industrial y a la electrificación del transporte— ejercerá más presión sobre los sistemas de generación, distribución y almacenamiento. Según David Foley, Global Head of Blackstone Energy Transition Partners, “vivimos un momento donde la electricidad está recuperando un ritmo de crecimiento que no veíamos en décadas. Ya no estamos en un escenario donde cada aumento de demanda se compensa con mejoras en la eficiencia; ahora, la demanda sube y la capacidad de reserva se ha reducido, generando volatilidad en los precios”.

En ese contexto, la volatilidad puede convertirse en una oportunidad. Gardett recordó que “la adición de más renovables puede agravar la inestabilidad de precios de la red si no se acompaña de soluciones de almacenamiento y respaldo. En consecuencia, la demanda de baterías, gas natural y otras fuentes despachables será clave para mantener la confiabilidad y estabilidad del sistema”.
La visión de los inversionistas
El panel coincidió en que el capital privado se ha convertido en un actor indispensable para llevar adelante proyectos que requieren grandes volúmenes de recursos iniciales y un horizonte de inversión de mediano a largo plazo. “Para muchos negocios de energías limpias —destaca Sarah Steiner— la clave es contar con inversionistas dispuestos a asumir la primera capa de riesgo. Si logras asegurar un socio que tenga fondos considerables y que entienda la incertidumbre regulatoria, eso atrae a proveedores de deuda y permite una estructura de financiamiento más robusta”.
David Foley ofreció más detalles sobre la estrategia de Blackstone en este ámbito: “Nuestra filosofía es invertir en toda la cadena de valor, desde la exploración y producción de gas natural —por su papel como respaldo de renovables— hasta la fabricación de componentes esenciales y, por supuesto, proyectos directamente enfocados en renovables y almacenamiento. El hecho de poder movilizar grandes cantidades de capital nos da la flexibilidad para identificar cuellos de botella en la cadena de suministro y abastecer esos eslabones críticos”.
Para Foley, otro factor clave es la solidez de los acuerdos de compraventa de energía (PPAs, por sus siglas en inglés) o la seguridad en las tarifas. “Cuando invertimos en líneas de transmisión o en generación eléctrica, buscamos esquemas que ofrezcan cierta protección frente a cambios bruscos en los mercados. Por ejemplo, si los precios del mercado mayorista de electricidad se desploman o si hay modificaciones en los subsidios, un contrato a largo plazo de suministro eléctrico puede proteger la inversión, permitiendo así que el proyecto sea financiable con deuda de menor costo”.
Las perspectivas desde Europa
El panel también ofreció una mirada europea de la mano de Francesco Mazzagatti, director general (CEO) de Viaro Energy. Esta firma ha realizado inversiones de gran envergadura en activos de hidrocarburos en el Mar del Norte y en empresas de servicios energéticos en el Reino Unido. Mazzagatti subrayó el papel de la seguridad energética en el Viejo Continente: “Después de la invasión rusa a Ucrania, Europa tomó conciencia de que no podía descuidar la seguridad de suministro. Sin embargo, en el Reino Unido, por ejemplo, todavía no existe un consenso firme acerca de la importancia de la autosuficiencia. Los cambios continuos en la fiscalidad no ayudan a que los inversionistas se comprometan”.

El directivo de Viaro Energy subrayó que, a pesar de la creciente retórica a favor de la descarbonización, la realidad es que la demanda de combustibles fósiles sigue aumentando, y los proyectos de petróleo y gas requieren plazos de desarrollo largos. “Si dejamos de invertir en hidrocarburos sin tener un reemplazo fiable, corremos el riesgo de caer en un déficit energético a corto plazo. Y la transición no se hace por decreto; se financia y se construye con plazos de varios años, incluso décadas”.
Mazzagatti destacó, además, los esquemas de financiación no convencionales que han surgido en Europa debido a la actitud reticente de muchos bancos hacia los proyectos de petróleo y gas. “Nosotros hemos recurrido mucho a los ‘pre-payments’ con empresas comercializadoras de crudo y gas. En la medida en que persista la incertidumbre en la banca tradicional, estos esquemas de capital privado serán más comunes”.
Retos regulatorios en Estados Unidos
En la conferencia se abordó de forma extensa el tema del Marco de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) y si las generosas desgravaciones fiscales que contempla para energías limpias se mantendrán en el mediano y largo plazo. Peter Gardett lanzó una advertencia: “Hay un consenso casi unánime en el mercado de que los créditos fiscales del IRA están garantizados, pero mi experiencia en el ámbito político me dice que no deberíamos darlo por sentado. El proceso de redacción presupuestaria en el Capitolio es extremadamente volátil y puede cambiar de manera impredecible”.
Sarah Steiner coincidió en la relevancia de estos incentivos fiscales para que los proyectos de energías renovables sean viables. Aun así, la ejecutiva señaló que hay múltiples factores que inciden en los precios y la adopción de nuevas tecnologías: “Si los créditos fiscales desaparecieran, seguramente la inversión en renovables se vería afectada; no obstante, el apetito por las energías limpias ya existía antes de la aprobación del IRA, y los estados también están implementando sus propios programas. El mercado tenderá a buscar un nuevo equilibrio”.
Por su parte, David Foley recalcó que Blackstone no ha detenido sus inversiones a la espera de definiciones regulatorias: “Nuestro fondo de transición energética ha colocado capital en proyectos de almacenamiento, infraestructura de transmisión y gas natural. Tratamos de estructurar las inversiones de manera que, si hay cambios en los subsidios o en las tarifas, el proyecto tenga resiliencia, ya sea por contratos de largo plazo o por acuerdos de capacidad”.

Una mirada al futuro
Pese a la incertidumbre normativa y a la volatilidad de los mercados, todos los ponentes se mostraron optimistas acerca de las oportunidades que se abren para el capital privado. “Lo esencial —explicó Peter Gardett— es que la demanda de electricidad seguirá creciendo, sobre todo porque el desarrollo de la IA y las soluciones en la nube exigen cada vez más potencia de cómputo. Eso implica expandir y modernizar la red de manera urgente, y ahí hay grandes oportunidades para quienes sepan ver las señales de mercado”.
David Foley complementó esa visión, señalando que la industria está empezando a entender mejor la complejidad del ecosistema energético: “Pasamos de enfocarnos en unos pocos sectores, como la generación solar o eólica, a ver la importancia de la transmisión, el almacenamiento y el suministro confiable a gran escala. Se trata de encontrar esos cuellos de botella y financiar la expansión”.
Mientras tanto, desde Europa, Francesco Mazzagatti reiteró la importancia de no subestimar la demanda de hidrocarburos en el proceso: “Podemos y debemos impulsar la descarbonización, pero la sustitución no será inmediata. Habrá que equilibrar la inversión en tecnologías renovables con la inversión necesaria para garantizar el suministro de petróleo y gas, al menos hasta que las energías limpias ofrezcan la fiabilidad y el volumen que el mercado requiere”.
Sarah Steiner, por su parte, recalcó la importancia de la disciplina financiera y el análisis exhaustivo de riesgos: “Aconsejamos a nuestros clientes estructurar cuidadosamente los contratos de venta de energía, prever sobrecostes de construcción y, sobre todo, diversificar sus fuentes de financiación. El mercado de capitales privado ha demostrado estar dispuesto a asumir ciertos riesgos siempre que los proyectos tengan fundamentos sólidos y ofrezcan una vía clara de generación de valor a largo plazo”.

Conclusión
La transición energética representa una de las transformaciones económicas y tecnológicas más importantes de las próximas décadas. La participación del capital privado ha ido en aumento y, lejos de retraerse, es probable que siga creciendo conforme se consoliden las necesidades de inversión en todo el espectro de generación y consumo energético: desde la extracción de hidrocarburos y la construcción de parques renovables hasta la modernización de redes de transmisión y el desarrollo de soluciones de almacenamiento.
La evidencia mostrada en esta conferencia deja claro que no hay escasez de capital, sino un desafío para canalizarlo adecuadamente en proyectos con horizontes y riesgos diversos. La volatilidad, la incertidumbre regulatoria y las tensiones geopolíticas no son barreras insalvables, sino factores que exigen mayor rigor y creatividad en la estructuración financiera.
Tal como subrayó David Foley, “esta transición es más que una simple sustitución de combustibles; es una oportunidad para repensar todo el sistema energético y resolver cuellos de botella de larga data”. Y en la medida en que la tecnología y la demanda sigan evolucionando, se abren múltiples rutas de inversión para el capital privado, cuyo papel será cada vez más determinante en la economía global y en la seguridad energética de las naciones.