Por: Edgar Ocampo Téllez.
Hay una percepción generalizada en la opinión pública de que “el mundo avanza a las energías limpias”. Sin embargo, el comportamiento tendencial de la producción y consumo de energía en el mundo indica todo lo contrario. La energía que más ha incrementado su aportación en los últimos años es el carbón y no las fuentes renovables. Según la agencia de energía francesa Carbone 4, especializada en el balance de carbono de las empresas multinacionales de Europa, el carbón ha aumentado su aportación 6 veces más que el aporte conjunto de eólica y solar en ese período (ver gráfica “Demanda mundial de energía”).
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el incremento del consumo mundial de energía en 2017 fue de 2%; fue cubierto en un 70% por combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y otro 30% por fuentes renovables. En cuanto a la generación eléctrica en el mundo, en el año 2017 la generación eléctrica con carbón fue de 9,550 TWh y la de la eólica fue de 1,000 TWh.
Es notoria la dificultad para la expansión futura de las fuentes renovables en algunos países desarrollados como Alemania, y en muchos otros se observa un claro regreso al consumo del carbón, como es el caso de Japón.
Alemania lleva 20 años desarrollando un modelo energético renovable denominado “Energiewende”; se han invertido más de $250,000 millones de dólares en fuentes limpias y, a pesar de los esfuerzos, la eólica solo aporta el 3.2% del consumo de energía primaria y, peor aún, la solar el 1.5% (ver gráfica “Alemania, consumo de energía primaria 2018”).
Además, la eólica en Alemania ya no podrá continuar creciendo al ritmo que lo venía haciendo debido a que se ha saturado la capacidad máxima de ocupación del territorio; ya son más de 30,000 turbinas eólicas instaladas con una capacidad de 56 GW de potencia. Quedan muy pocas zonas aptas para la construcción de nuevos parques eólicos. La generación de electricidad con energía eólica germana es hoy de 110 TWh anuales y, cuando mucho, logrará crecer a unos 140 TWh.
La electricidad que se genera con carbón en Alemania es de 230 TWh anuales, es decir, el doble de la eólica. Además, van a cerrar todas las centrales eléctricas nucleares en 2022 y perderán 70 TWh anuales que provee esa fuente de energía, que difícilmente será sustituida con renovables.
Japón, por su parte, acaba de inaugurar ocho centrales eléctricas de carbón y está construyendo alrededor de 36 centrales más en los próximos años. Estados Unidos ha disminuido considerablemente su generación con carbón, pero aún produce alrededor de 1,200 TWh anuales, y la sustitución de esta fuente no parece ser con renovables, en mayor parte lo están reemplazando con el abundante gas natural de las explotaciones de shale.
Las fuentes renovables han demostrado no tener la disponibilidad ni la capacidad de abastecer a los países industrializados. Las limitaciones técnicas como la intermitencia, las súbitas fluctuaciones de potencia con las variaciones de las ráfagas de viento o el paso de nubes sobre los paneles solares y la sincronización entre producción y consumo han demostrado que es un enorme desafío depender más de un 10% con fuentes renovables.
En el año 2017, tuve la oportunidad de realizar el estudio “Activos Energéticos de México y Desarrollo”, para el Colegio de México y la UNAM en el libro “México 2018”, en donde realicé la prospectiva del modelo energético mexicano hacia el 2050 (1). El caso de México es muy delicado debido a que hay un marcado desbalance hacia el gas. En el país se consumen alrededor de 330 TWh anuales de electricidad, de los cuales 177 TWh son generados casi en su totalidad con gas importado de los Estados Unidos y esto tiende a aumentar.
Generar cada vez más electricidad con gas importado, para aprovechar el bajo precio del mercado americano, compromete a la larga la soberanía y seguridad energética de México. Nuestro país debe disminuir de forma progresiva el consumo de gas para generar electricidad, de lo contrario podríamos enfrentar apagones programados.
Las importaciones de gas de Estados Unidos son resultado de una circunstancia única de las características de explotación de los yacimientos de Eagle Ford y Permian en Texas, cuyo objetivo es el petróleo crudo y no el gas. En algunas regiones del yacimiento Permian, el gas a boca de pozo tiene precio negativo, es por eso que en la frontera entre México y Estados Unidos el gas tiene el precio más bajo del mundo. Sin embargo, la dinámica del mercado del gas de Estados Unidos puede cambiar abruptamente en unos años; el exceso de gas está siendo utilizado cada vez más en desarrollar la industria de plásticos y fertilizantes, y en exportación a los mercados asiáticos y europeos.
México debe construir una capacidad de generación eléctrica de respaldo para sustituir al gas, en caso de presentarse dificultades en las importaciones desde los Estados Unidos. En la actualidad, no existe dicha capacidad de relevo en caso de que la electricidad con gas llegara a fallar.
El país tiene pocas opciones con recursos locales para acompañar el fuerte incremento anual de demanda de electricidad, que, en promedio, es de 3%, y crear progresivamente una capacidad de respaldo de emergencia, en caso de escasez de gas.
Actualmente, más del 50% de la electricidad del país se genera con gas importado, el resto en cuatro grandes categorías: la primera es con centrales de combustóleo 42 TWh anuales, la segunda con centrales hidroeléctricas con alrededor 32 TWh anuales; la tercera con centrales carboeléctricas 30 TWh anuales y, finalmente, alrededor de 67 TWh anuales se generan con diferentes tipos de tecnologías, como nuclear, eólica, geotermia, combustión interna, lecho fluidizado, cogeneración y bioenergía.
Las energías renovables aún no pueden soportar una carga importante en el país, ya que su aportación es intermitente. La mayor parte viene de la hidráulica con 32 TWh anuales, seguida de la eólica con 10 TWh, geotermia con 6 TWh y biomasa con 2 TWh; en suma, las renovables aportan 50 TWh anuales. Su despliegue es lento y presenta fuerte resistencia social para su expansión, como está sucediendo en Yucatán.
Ninguna fuente tiene la capacidad de crecer en forma tan acelerada como lo requiere el aumento de la demanda anual de electricidad. La hidráulica en México ha saturado todas las cuencas hidrológicas, la geotermia ha ocupado todos los principales yacimientos convencionales termales, así que solo habrá un crecimiento marginal, y la nuclear es una opción extremadamente cara para nuestro país; por lo que las únicas fuentes renovables que pueden continuar desarrollándose son la solar y la eólica, pero su crecimiento es muy lento.
El nuevo modelo energético mexicano debe considerar el comportamiento tendencial del consumo mundial de energía y la problemática que han experimentado otras naciones en la implementación de energías renovables, para no cometer los mismos errores y poner en riesgo el suministro de energía que el país requiere.
El Plan Nacional de Energía y la Política Pública de Energía de México deben considerar un inventario riguroso del potencial y capacidad futura de cada una de las fuentes de energía en el territorio nacional y favorecer la generación de energía con fuentes propias.