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México innova con deuda corporativa para rescatar a Pemex y marca precedente global

México innova con deuda corporativa para rescatar a Pemex y marca precedente global

En julio de este año, el gobierno de México ejecutó una estrategia financiera sin precedentes: recurrió a una herramienta propia del ámbito corporativo para aliviar la pesada deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex). Esta medida no solo sorprendió a los mercados, sino que también abrió un camino que otros gobiernos ahora observan con atención para enfrentar los problemas financieros de sus empresas estatales.

 

La operación consistió en la emisión de 12 mil millones de dólares en valores P-Cap, un instrumento habitualmente usado en el sector asegurador y corporativo. Los llamados precapitalized bonds permiten disponer de financiamiento sin que este figure en el balance del prestatario, lo que evita que impacte en su calificación crediticia. En el caso mexicano, los P-Caps se colocaron en un fideicomiso, con lo que quedaron registrados como deuda pública y no como pasivos directos de Pemex, que acumula más de 105 mil millones de dólares en deuda financiera y alrededor de 20 mil millones en cuentas pendientes con proveedores.

El mecanismo funcionó de manera innovadora: el gobierno creó una entidad especial para emitir la deuda y usar los recursos en la compra de bonos del Tesoro de Estados Unidos. Posteriormente, Pemex pudo acceder a esa cartera como colateral para solicitar nuevos créditos, mientras que los intereses generados por los bonos estadounidenses servirían para cubrir pagos de intereses de su propia deuda. El anuncio tuvo un efecto inmediato: los bonos de Pemex subieron con fuerza tras conocerse la maniobra.

“Es una muestra de apoyo de la presidenta Claudia Sheinbaum, que demuestra pragmatismo y decisión”, señaló Armando Armenta, economista senior en AllianceBernstein, en declaraciones a Bloomberg. “La estrategia despeja el ruido financiero y podría permitir que Pemex concentre su atención en los problemas operativos y administrativos que arrastra desde hace años”.

Un modelo replicable

La apuesta mexicana no pasó desapercibida. Firmas internacionales de abogados y asesores financieros confirmaron que, tras la colocación de los P-Caps, comenzaron a recibir consultas de gobiernos interesados en replicar el esquema. “Hemos discutido cómo los P-Caps o variaciones de la estructura podrían utilizarse en distintas jurisdicciones”, explicó Eddie Best, socio de Willkie Farr & Gallagher. Según Bloomberg, existen al menos tres o cuatro transacciones similares en preparación antes de que termine el año, con Latinoamérica y Oriente Medio como regiones más activas.

Entre los posibles candidatos figura Perú, cuya empresa estatal de energía enfrenta dificultades de liquidez. Un vicepresidente de Moody’s coincidió en que el país andino podría convertirse en uno de los primeros en seguir el ejemplo mexicano.

Ventajas y riesgos

Los P-Caps ofrecen ventajas significativas, como el financiamiento fuera de balance, lo que reduce la presión inmediata sobre las empresas estatales y protege sus calificaciones crediticias. Sin embargo, el modelo no está exento de inconvenientes. Su complejidad técnica encarece la operación: los costos pueden duplicar o triplicar los de una emisión convencional, debido a los gastos de creación de vehículos especiales y asesorías legales.

Aun así, su atractivo es evidente para dos perfiles: los soberanos, que cuentan con margen para implementar estructuras financieras sofisticadas, y las compañías con baja calificación crediticia, que tienen pocas alternativas en los mercados tradicionales.

Una solución parcial

Pese al respiro financiero otorgado por los P-Caps, la estrategia no resuelve de raíz los problemas de Pemex. Apenas en septiembre, el gobierno mexicano volvió a recurrir al mercado con dos nuevas colocaciones: un bono en euros por 5 mil millones y, una semana después, otro en dólares por 8 mil millones destinado a financiar una recompra de deuda.

La petrolera continúa enfrentando una producción estancada, altos costos operativos y un rezago en la transición energética, lo que mantiene la incertidumbre sobre su viabilidad a largo plazo. La operación con P-Caps, aunque innovadora, representa más un alivio temporal que una solución estructural.

Lo que sí queda claro es que México abrió un precedente. La decisión de aplicar un mecanismo corporativo para respaldar a una empresa estatal se perfila como un modelo replicable en otras economías con compañías públicas debilitadas. En el corto plazo, la jugada le dio a Pemex oxígeno financiero; en el largo, podría redefinir la forma en que los gobiernos del mundo gestionan los riesgos de sus empresas estratégicas.

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