La transición hacia la electromovilidad representa un desafío complejo y multidimensional para México. Este cambio no solo requiere inversiones significativas, sino también la colaboración efectiva entre la iniciativa privada, el gobierno y los jugadores clave de la industria energética.
Pablo Gualdi, CEO y Presidente de ATIO Group, subraya que este proceso “demanda no solo la creación de infraestructura adecuada, sino también la implementación de políticas públicas que aceleren la adopción de nuevas tecnologías y fomenten la eficiencia energética”.
Un contexto petrolero con retos estructurales
Actualmente, la matriz energética mexicana depende en un 90% del petróleo y sus derivados, una realidad que limita el ritmo de adopción de tecnologías limpias. Pablo Gualdi explica que “sin un panorama claro, sin regulación adecuada y sin voluntad gubernamental para impulsar esta transición de manera ordenada, no será posible alcanzar los objetivos de descarbonización ni para 2030, mucho menos para 2050”. Este marco petrolero implica que el consumo de combustibles fósiles continuará creciendo marginalmente hasta 2037, según datos de la Secretaría de Energía.
Además, la apuesta por las refinerías y la infraestructura tradicional refuerza esta dependencia, dejando un camino cuesta arriba para la electromovilidad. Esto plantea un dilema: avanzar hacia el futuro o permanecer anclados en un modelo energético del pasado.
La durabilidad del parque vehicular: un obstáculo a superar
El parque vehicular en México también plantea retos considerables. De acuerdo con Pablo Gualdi, “el 91% de los vehículos que se venden actualmente no son eléctricos o híbridos, lo que significa que permanecerán operativos entre 15 y 16 años en promedio. En el caso de vehículos de transporte pesado, esta vida útil puede extenderse hasta 30 años”. Esto implica que, incluso si se incrementa la venta de vehículos eléctricos, la transición será extremadamente prolongada.
El problema radica no solo en aumentar la proporción de vehículos eléctricos, sino en garantizar que los nuevos vehículos que ingresen al mercado sean significativamente más eficientes. Como señala Pablo Gualdi, “el objetivo principal de la electromovilidad es reducir emisiones, pero si nos enfocamos únicamente en el pequeño porcentaje que los vehículos eléctricos representan, el impacto será mínimo frente al reto que tenemos”.
Infraestructura: la piedra angular de la electromovilidad
Uno de los elementos clave para avanzar en esta transición es la infraestructura. Pablo Gualdi hace hincapié en que “la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene un rol fundamental en la instalación de la infraestructura necesaria. No estamos hablando de áreas de consumo tradicional doméstico, sino de necesidades específicas como tamaño, voltaje, seguridad y operación, que requieren soluciones especializadas”. Sin esta infraestructura, la electromovilidad no podrá avanzar al ritmo necesario para competir con las tecnologías actuales basadas en hidrocarburos.
Además, existen áreas críticas como el transporte multimodal y la aviación, donde la electromovilidad enfrenta mayores barreras. “En estos sectores, la única alternativa viable hoy en día son los combustibles sostenibles, pero estos aún están lejos de ser la norma”, detalla el directivo.
La colaboración público-privada
Pablo Gualdi destaca la importancia de la colaboración entre todos los actores involucrados en esta transición. “Es indispensable un trabajo conjunto entre el gobierno, la iniciativa privada y las empresas que deben invertir en cambiar sus modelos operativos. Sin esta cooperación, la transición energética será aún más complicada”.
El presidente de ATIO Group también enfatiza la necesidad de políticas públicas que incentiven la adopción de tecnologías limpias y promuevan la eficiencia energética. “Si no aceleramos con políticas públicas y con infraestructura eficiente, la reducción de emisiones será un objetivo prácticamente inalcanzable”, advierte.
El llamado a la acción
La transición hacia la electromovilidad no es solo un desafío tecnológico o económico, sino un compromiso colectivo con el futuro. Pablo Gualdi invita a todos los actores del sector a reflexionar sobre la magnitud del reto. “Debemos tomar conciencia de la realidad numérica y de la proporción del desafío que enfrentamos. México es un país eminentemente petrolero, y para avanzar hacia una matriz energética más sostenible, cada uno de nosotros debe aportar desde su trinchera”.
Con este panorama en mente, el camino hacia la electromovilidad en México requiere un enfoque estratégico y coordinado. La transición será larga y demandante, pero como señala, “los resultados serán mucho más alentadores si cada uno de nosotros pone su granito de arena para hacer posible este cambio”.
La electromovilidad representa una oportunidad única para redefinir el futuro energético de México. Sin embargo, para que esta transición sea exitosa, será necesario superar barreras estructurales, aumentar la eficiencia del parque vehicular y garantizar la infraestructura adecuada. Además, la colaboración público-privada jugará un rol esencial para acelerar este proceso. “Estamos ante un desafío de dimensiones monumentales, pero también frente a una oportunidad histórica para transformar nuestro modelo energético”, concluye Pablo Gualdi. El tiempo apremia, y la acción coordinada será el factor decisivo para construir un futuro sostenible y competitivo en el sector energético mexicano.
“Estamos ante un desafío de dimensiones monumentales, pero también frente a una oportunidad histórica para transformar nuestro modelo energético”, reiteró Pablo Gualdi.
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