La industria de la aviación es uno de los sectores más desafiantes en la lucha contra el cambio climático, responsable del 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Por ello, se ha hecho indispensable idear dinámicas a través de las cuales reducir las emisiones del combustible usado por la aviación.
Aunque los avances en la eficiencia de las aeronaves han mejorado significativamente en las últimas décadas, el uso continuo de combustibles fósiles sigue siendo una preocupación crítica. Ante este panorama, el Combustible de Aviación Sostenible (SAF, por sus siglas en inglés) surge como una solución viable y esencial para la descarbonización a corto y largo plazo.
El Departamento de Energía de los Estados Unidos (DOE) elaboró el informe Pathways to Commercial Liftoff: Sustainable Aviation Fuel, que presenta una hoja de ruta integral para transformar la industria de la aviación a través del SAF.
El SAF: Una Alternativa
El SAF es un combustible de reemplazo «drop-in» para la turbosina fósil, producido a partir de biomasa, residuos o recursos sintéticos limpios. Su principal ventaja es su capacidad para reducir las emisiones de carbono en al menos un 50% en comparación con el combustible convencional, una meta establecida por el desafío gubernamental conocido como SAF Grand Challenge. Además, puede integrarse en la infraestructura existente de transporte y almacenamiento sin requerir grandes inversiones adicionales.
Sin embargo, a pesar de sus ventajas, el SAF enfrenta desafíos significativos, como su elevado costo de producción —de 2 a 10 veces más caro que el combustible fósil— y una demanda insuficiente debido a la falta de incentivos económicos sólidos y contratos de largo plazo.
Metas Ambiciosas: Producción y Demanda para 2030 y 2050
En 2021, Estados Unidos estableció objetivos claros a través del SAF Grand Challenge:
– 2030: Alcanzar una producción anual de 3 mil millones de galones de SAF, lo que cubriría el 10% de la demanda proyectada de combustible usado por la aviación.
– 2050: Producir 35 mil millones de galones anuales para satisfacer el 100% de la demanda de combustible usado por la aviación del país.
Actualmente, solo hay cuatro plantas operativas en los Estados Unidos con una capacidad total de 64 millones de galones por año, lo que representa menos del 0.6% del objetivo para 2030. Sin embargo, se han anunciado inversiones por $44 mil millones de dólares en proyectos de SAF, lo que podría permitir a la industria alcanzar las metas si se superan los retos clave.
Acciones Clave para Escalar la Producción
- Fomentar tecnologías maduras: La tecnología Hydroprocessed Esters and Fatty Acids (HEFA) es la única probada a escala comercial y podría representar hasta el 70% de la producción total de SAF para 2030. Sin embargo, es necesario diversificar con tecnologías como Alcohol-to-Jet (AtJ) y Power-to-Liquid (PtL) para superar limitaciones de insumos.
- Ampliar la infraestructura: La construcción de 8 a 12 plantas de producción a escala comercial, con una capacidad promedio de 100 millones de galones por año, es esencial. Esto no solo permitirá alcanzar el umbral de masa crítica para la industria, sino también reducir costos mediante economías de escala.
- Asegurar insumos sostenibles: Desarrollar cadenas de suministro eficientes y sostenibles, incluyendo cultivos dedicados y tecnologías de captura de carbono, será clave para evitar limitaciones en la disponibilidad de materias primas.
- Reducir costos de producción: Aprovechar los incentivos fiscales, como los créditos establecidos en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), es crucial. Sin embargo, la expiración de algunos de estos incentivos para 2027 plantea incertidumbres que deben abordarse mediante políticas a largo plazo.
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Acciones Clave para Escalar la Demanda
- Promover acuerdos a largo plazo: Establecer contratos de compra de SAF de al menos 10 años con aerolíneas es vital para garantizar la certidumbre de ingresos y facilitar la inversión en nuevas plantas.
- Aumentar los incentivos para consumidores: Desarrollar políticas que reduzcan la brecha de costos entre el SAF y el combustible fósil, como créditos adicionales por uso o mandatos internacionales, puede estimular la demanda.
- Fomentar alianzas corporativas: Las empresas que buscan reducir sus emisiones de alcance 3 pueden desempeñar un papel clave al comprar los atributos ambientales del SAF, como créditos de carbono, para compensar su huella.
- Educar y sensibilizar al público: Involucrar a los consumidores a través de estrategias de comunicación que destaquen los beneficios ambientales y sociales del SAF podría generar mayor aceptación del costo adicional en los boletos aéreos.
Beneficios Económicos y Sociales
El escalamiento del SAF no solo promete beneficios ambientales, sino también un impacto positivo en la economía y las comunidades. Se estima que, para 2030, la industria del SAF en Estados Unidos podría generar más de 70 mil empleos, muchos de ellos en comunidades desfavorecidas o tradicionalmente dependientes de la refinación de combustibles fósiles. Además, la producción de SAF podría mejorar la calidad del aire alrededor de los aeropuertos y reducir la formación de estelas de condensación, que contribuyen al calentamiento global.
Retos por Superar
A pesar del creciente interés en el SAF, varios obstáculos siguen limitando su expansión:
– Altos costos iniciales: Incluso con incentivos, los costos de producción y logística siguen siendo significativamente altos en comparación con la turbosina fósil.
– Políticas inconsistentes: La falta de estándares uniformes a nivel internacional dificulta el comercio y la adopción global del SAF.
– Infraestructura limitada: Aunque el SAF puede integrarse en la infraestructura existente, su capacidad actual de transporte y almacenamiento es insuficiente para una escala masiva.
El Futuro del SAF
El informe del DOE deja claro que el SAF es la única opción viable en el corto plazo para descarbonizar el sector de la aviación. Si Estados Unidos logra alcanzar los objetivos del SAF Grand Challenge, el país estará bien posicionado no solo para liderar la transición energética global en la aviación, sino también para contribuir significativamente a la meta de emisiones netas cero para 2050.
La descarbonización del combustible usado por la aviación es un desafío monumental, pero con una combinación de innovación tecnológica, políticas de apoyo y compromisos sólidos de la industria, el SAF tiene el potencial de transformar uno de los sectores más contaminantes en un modelo de sostenibilidad y desarrollo.