México enfrenta un desafío significativo en su intento por lograr el autoabastecimiento de combustibles, una meta crucial para su seguridad energética y estabilidad económica. A pesar de ser el cuarto mercado de gasolina más grande del mundo, con una demanda diaria de 1,178 millones de barriles (Mbd) entre gasolina y diésel, el país todavía depende en gran medida de las importaciones para satisfacer sus necesidades energéticas.
La infraestructura actual, gestionada en gran parte por Pemex, incluye 73 terminales de almacenamiento y una red de más de 14,000 kilómetros de ductos que distribuyen combustibles a más de 12,000 estaciones de servicio en todo el país. Sin embargo, la capacidad de producción nacional no ha logrado mantenerse al ritmo del consumo, lo que obliga a México a importar una porción significativa de sus combustibles.
En 2023, México importó alrededor del 60% de su gasolina y el 70% de su diésel. Esta dependencia se ha visto exacerbada por la creciente demanda interna, impulsada por el incremento del parque vehicular y la expansión industrial. En los últimos 20 años, el consumo de energía en México ha crecido un 48%, con el sector transporte y el industrial mostrando incrementos del 75% y 36%, respectivamente.
Para paliar esta dependencia, el gobierno mexicano ha implementado diversas estrategias. Entre ellas, destaca la modernización y expansión de las refinerías existentes, la adquisición de la refinería de Deer Park y la construcción y puesta en marcha de la refinería Olmeca en Dos Bocas, con lo que se espera aumente la capacidad de refinación nacional. No obstante, la complejidad logística y la dispersión geográfica del país presentan desafíos significativos para la distribución eficiente de los combustibles.
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Situaciones experimentadas durante estos últimos años, subrayan la vulnerabilidad del sistema actual y la necesidad de fortalecer la producción y distribución interna. Si bien el país enfrenta desafíos significativos, las medidas en curso ofrecen una esperanza real de lograr un equilibrio energético en el futuro cercano.
En resumen, el camino hacia el autoabastecimiento de combustibles en México es complejo y requiere una combinación de inversiones en infraestructura, políticas energéticas robustas y una gestión eficiente de los recursos.
