Por Rubí Alvarado. En la conferencia de cambio climático COP28 en Dubái, se hicieron compromisos significativos en tres áreas clave: energías renovables, eficiencia energética y reducción de metano. Estas promesas, resaltadas por la Agencia Internacional de Energía (IEA) como cruciales para la acción, traen esperanza, pero también una dura realidad.
El análisis de la IEA reveló que, si todos los firmantes cumplen plenamente con estos compromisos, el impacto en las emisiones globales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía sería sustancial. Empero, no suficiente para alinearse con el objetivo internacional de limitar el calentamiento global a 1.5 °C. Al 8 de diciembre, aproximadamente 130 países se comprometieron a triplicar la capacidad mundial de energía renovable. Igualmente, se comprometieron a duplicar la tasa de mejoras en eficiencia energética para 2030.
Estos países contribuyen con el 40% de las emisiones mundiales de CO2 de la combustión de combustibles fósiles. Incluyendo, el 37% de la demanda global de energía y representan el 56% del PIB mundial.
Además, la IEA evaluó los efectos potenciales de implementar completamente el compromiso de metano bajo la Carta de Descarbonización del Petróleo y Gas. Dirigida a eliminar las emisiones de metano y la quema rutinaria para 2030. Cincuenta empresas, que representan alrededor del 40% de la producción mundial de petróleo y el 35% de la producción combinada de petróleo y gas, se han unido a este compromiso.
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Las proyecciones de la IEA indican que lograr estos compromisos resultaría en una reducción de aproximadamente 4 gigatoneladas de CO2. Equivalente en las emisiones globales relacionadas con la energía para 2030, en comparación con los niveles esperados sin estos compromisos.
Sin embargo, esta reducción solo cubre alrededor del 30% de la brecha de emisiones necesaria para establecer al mundo en un camino compatible con el límite de calentamiento de 1.5 °C.
Aunque los compromisos en COP28 representan un progreso, no alcanzan las medidas drásticas necesarias para alinearse con el límite de calentamiento de 1.5 °C. Subrayando la urgencia de una colaboración global incrementada y una acción climática más ambiciosa.