El derrame de crudo al sur de California, resultado de la fuga de unos 3,000 barriles de petróleo o 125,000 galones de una plataforma marina, frente a la costa de Huntington Beach, cerca de Los Ángeles, encendió las alertas de desastre ambiental.
Kim Carr, alcaldesa de la localidad, consideró que el derrame de petróleo es uno de los peores desastres de la zona en décadas.
“En un año que ha estado lleno de problemas increíblemente desafiantes, este derrame de petróleo constituye una de las situaciones más devastadoras que nuestra comunidad ha enfrentado en décadas”, reiteró Carr.
El oleoducto en alta mar que se está investigando, frente a Newport Beach, fue cerrado y succionado, según Amplify Energy, propietaria de la empresa que opera la infraestructura. Las autoridades dijeron el domingo que se habían recuperado aproximadamente 3,150 galones del agua, pero que el daño al ecosistema local ya era evidente.
Los buzos estaban investigando el posible origen de la fuga a unas cuatro millas de la costa, según Martyn Willsher, director ejecutivo de Amplify Energy.
Willsher dijo que las instalaciones que operan el oleoducto se construyeron a fines de la década de 1970 y principios de la de 1980. Se inspeccionan cada dos años, incluso durante la pandemia.
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Los buzos han estado inspeccionando el oleoducto de 17 millas, con la esperanza de encontrar la fuente exacta del derrame, pero la fuga parece haberse detenido.
Actualmente, la extensión de la mancha de petróleo se estima en 5,8 millas náuticas, y va desde el muelle de Huntington Beach hasta Newport Beach.
Lo que mayor preocupación genera tras el derrame es el impacto ecológico que pueda tener en la región; donde aves y peces ya comenzaron aparecer muertos en la costa.
Otra de las preocupaciones sobre el derrame es cómo pueda afectar a la salud de las personas que habitan en la región.
