México consolida su papel estratégico en el mercado global de Gas Natural Licuado

Gas Natural Licuado, un catalizador de desarrollo y bienestar para el México del siglo XXI

En los últimos años, México ha emergido como un actor clave en el mercado global de Gas Natural Licuado (GNL), no solo como importador, sino como un país con ambiciones de convertirse en un exportador relevante. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Gas Natural (AMGN), estos proyectos no se limitan a cubrir la demanda interna, sino que funcionan como anclas estratégicas que transforman y fortalecen la infraestructura energética nacional.

Los desarrollos de GNL generan un efecto multiplicador: cada planta de licuefacción requiere gasoductos que conecten las fuentes de suministro con las terminales de exportación, lo que impulsa redes de distribución, crea empleos, detona nuevas empresas y dinamiza la economía local en las regiones donde se instalan.

Además, la expansión de gasoductos fortalece la interconexión energética entre el norte y el sureste del país, abriendo oportunidades para el suministro de gas a comunidades, parques industriales y plantas de generación eléctrica. Actualmente, México cuenta con más de 19 mil kilómetros de gasoductos y planes de expansión que podrían elevar significativamente la capacidad de distribución y diversificar las fuentes de energía, beneficiando sectores residencial, comercial, industrial y de autotransporte.

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La interconexión con la cuenca de Waha, que aporta cerca del 40% de la demanda nacional, garantiza un suministro confiable y competitivo. A ello se suman inversiones por alrededor de 20 mil millones de dólares en nuevos proyectos, los cuales podrían generar entre 10 mil y 20 mil empleos directos e indirectos, consolidando a México como un puente energético entre América del Norte y los mercados globales.

La región del Pacífico se perfila como clave para la exportación hacia Asia, donde la demanda energética crece de forma sostenida. No obstante, el éxito de esta transformación dependerá de una planeación estratégica, un marco regulatorio claro y la colaboración entre industria, gobierno y sociedad.

En este contexto, el GNL deja de ser solo un combustible para convertirse en un motor de desarrollo, competitividad y bienestar para el México del siglo XXI.

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