El potencial sin explotar de los residuos de México: por Daniela Bautista, Gerente Sr. de Ingenieria y Desarrollo de proyectos de Energía
En cada ciclo productivo, México genera millones de toneladas de residuos orgánicos que podrían alimentar al país de otra forma, más allá de cualquier producto final. Residuos forestales, restos de cosechas, subproductos de procesos agroindustriales o desechos ganaderos conforman una materia viva que, con tecnología adecuada, puede transformarse en energía limpia.
México posee uno de los inventarios de biomasa más abundantes de América Latina. Diariamente, el país genera 120,000 toneladas de residuos sólidos urbanos. De las cuales 60,000 toneladas son orgánicas susceptibles de valorización energética. En conjunto, el país dispone de más de 100 millones de toneladas de biomasa al año. Con potencial para alimentar plantas de generación eléctrica, producir biogás o convertirse en biocombustibles sólidos.
Las cifras revelan una oportunidad sin precedentes. Aprovechar apenas el 30% de este recurso permitiría generar cerca de 3,000 MW de capacidad instalada, equivalente al consumo eléctrico de cinco millones de hogares. Este potencial representa una alternativa energética viable, así como una vía concreta para reducir la dependencia de combustibles fósiles importados y avanzar significativamente hacia los compromisos climáticos del país.
Además de su abundancia, la biomasa posee una cualidad que pocas fuentes energéticas pueden presumir. Es neutra en carbono; el CO₂ que libera al transformarse equivale al que capturó durante su crecimiento. Lo que permite cerrar el ciclo del carbono y convertir los desechos en parte de una solución climática. En otras palabras, representa un modelo capaz de impulsar una economía verdaderamente circular, donde los residuos de una industria se convierten en energía de otra.
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El potencial está ahí, pero también existen desafíos estructurales que limitan su aprovechamiento. Mientras el país acumula residuos de origen agrícola, forestal e industrial, aún no se ha consolidado una cadena sólida que los conecte con la generación de energía. La recolección, el transporte y el almacenamiento de la biomasa requieren infraestructura, financiamiento y tecnología que todavía no están disponibles a gran escala.
A ello se suma que, aunque la nueva ley energética aprobada en marzo de 2025 contempla incentivos fiscales y financieros para fomentar los biocombustibles, los mecanismos de aplicación aún deben traducirse en proyectos concretos que demuestren su viabilidad técnica y económica.
En Veolia, sabemos que la clave va más allá de producir energía, se trata de hacerlo de manera inteligente y eficiente. Veolia ya impulsa proyectos de valorización energética y recuperación de residuos orgánicos en la región. Nuestra planta de biomasa en Alagoas, Brasil, desarrollada junto con Braskem, es un ejemplo de ello. Con una inversión de más de 74 millones de dólares, esta instalación produce 900,000 toneladas de vapor al año y evita la emisión de 150,000 toneladas de CO₂.
En México, este tipo de soluciones comienza a consolidarse en distintos sectores industriales y ya genera beneficios ambientales y económicos tangibles. La industria cafetalera, por ejemplo, implementa calderas de biomasa que aprovechan los residuos del café como combustible. Transformando lo que antes era un desecho en una fuente de energía térmica.
Tecnologías Integrales
De manera similar, los ingenios azucareros del país utilizan tecnologías que emplean el bagazo de caña en calderas de biomasa para generar vapor en sus procesos productivos, lo que les permite reducir de forma significativa su huella de carbono.
Además de diseñar y construir plantas como la de Brasil, Veolia se encarga de su operación, mantenimiento y de la gestión agroforestal sostenible de la biomasa utilizada. Este modelo demuestra que, cuando la tecnología, la colaboración y la gestión ambiental se alinean, los residuos pueden convertirse en una fuente que impulsa tanto el desarrollo local como la competitividad industrial.
Este conocimiento operativo nos permite adaptar modelos probados en otros países a las condiciones locales de infraestructura y mercado. Potenciando iniciativas que ya están en marcha y desarrollando nuevas soluciones a la medida de cada industria.
La transición energética será completa, únicamente si se incluye la biomasa. Porque la energía del futuro no sólo vendrá del sol o del viento, sino también de la tierra.
En Veolia creemos que cada residuo puede ser una oportunidad, convertir la biomasa en energía significa transformar un desafío ambiental en motor de desarrollo local. Impulsando la economía circular y una matriz energética más resiliente y sostenible.
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